22/03/2025
 Actualizado a 22/03/2025
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Un independentista catalán radical y violento –que para su desgracia se apellida Español– cargó el 1-O contra la Policía llegando a arrojar contra ellos una valla. Ni él ni el resto de los cafres que atacó en manada a las fuerzas del orden y destrozó el centro de Barcelona, ante el pasmo del gobierno de Rajoy, será juzgado, porque para ellos aprobó Sánchez, sin consenso y con una ridícula mayoría, la Ley de amnistía.

La Policía respondió disparando pelotas de goma, con tan mala suerte que una de ellas hizo que el tal Español perdiera un ojo. Y por esta razón cuatro miembros del cuerpo van a ser juzgados por la Audiencia de Barcelona. Para ellos no hay amnistía, porque, con la vista puesta en este caso particular, Puigdemont hizo incluir en la infame Ley una excepción: no se aplicaría a «los actos dolosos contra las personas que hubieran producido la pérdida o inutilidad de un órgano o miembro».

Como consecuencia, estos cuatro policías, que se limitaron a cumplir con su deber, asumiendo toda clase de riesgos, serán los únicos juzgados por los numerosos altercados e incidentes del 1-O. Y lo serán incluso contra el criterio de la Fiscalía, que solicitó el sobreseimiento. Sus acusadores serán, cómo no, Irídia, Ómnium y la ANC, es decir, los satélites de quienes mantienen a Sánchez en la Moncloa.

La Ley de Amnistía sí se ha aplicado a otros policías denunciados. Uno de ellos se opuso frontalmente: «Prefiero ir a juicio. Me van a dar un perdón que no necesito». Y es que, frente la miseria política, siempre relucen en la Policía Nacional y en la Guardia Civil ejemplos asombrosos de valor y de honor que dejan en vergüenza a los facinerosos que nos gobiernan ahora y a los inútiles que lo hacían en los tiempos del 1-O.

Los policías que van a ser juzgados resultarán sin duda absueltos, por su indudable falta de dolo y por la asunción del riesgo de quien carga contra la Policía. Y la Ley de Amnistía, Dios mediante, caerá ante las instancias internacionales que han de pronunciarse al respecto. Pero hoy por hoy, quien apoya a Sánchez y a su psicopática obsesión por mantenerse en el poder rebasando todos los límites que sea necesario, es en parte responsable de que los buenos estén en el banquillo y los delincuentes en el estrado de la acusación.

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