En el artículo anterior, escribí acerca de los beneficios que la convivencia con animales proporciona a una gran cantidad de personas. Y esta vez, voy a hablar sobre otros elementos que también pueden resultar enormemente positivos en numerosas ocasiones. En concreto, me refiero a la música y, de forma más general, al arte.
Están más que demostrados los efectos beneficiosos que la música puede generar en los seres humanos, tanto en individuos psicológicamente sanos, como en individuos con problemas de salud mental. La música tiene la capacidad de desencadenar un conjunto de emociones positivas, el cual puede provocar que, el estado de ánimo de quien la escucha, mejore considerablemente, especialmente a corto plazo, pero también a medio y a largo plazo. Y esto puede ir desde lo cotidiano, cuando se escucha música en casa o en el coche, hasta lo terapéutico, utilizándose la música como elemento complementario a la terapia psicológica correspondiente. En mi experiencia profesional, ya son bastantes los pacientes que me han relatado lo mucho que la música les ayuda en su día a día. Evidentemente, esta por sí sola no es suficiente para solucionar el problema o los problemas que cada uno tenga, pero sí que se puede decir que constituye un magnífico complemento al que, en multitud de ocasiones, se puede, e incluso se debe, recurrir.
Y todo esto, se puede aplicar también al resto de las disciplinas artísticas, como el cine, el teatro, la literatura, el baile, la pintura, la escultura, la arquitectura, etc. El arte, de manera general, tiene esa capacidad de despertar emociones positivas en las personas. Por ello, cada vez son más frecuentes las cuestiones relacionadas con el arte dentro de los planes terapéuticos. Técnicas complementarias como la arteterapia, la terapia literaria o el psicodrama, están cada día más presentes.
Por todo ello, independientemente de cómo nos encontremos psicológicamente, siempre es una buena idea tratar de escuchar canciones que nos gusten, contemplar cuadros y esculturas que nos inspiren, ir al cine a ver una buena película, acudir al teatro a ver una obra que nos resulte interesante, asistir a un espectáculo de danza, leer un buen libro, u observar detenidamente los majestuosos edificios y monumentos cargados de detalles artísticos, que podemos encontrar en la mayoría de las ciudades. Y, por supuesto, también es siempre una buena idea el hecho de intentar participar activamente en la disciplina artística que más nos guste, que más nos llame la atención, o que más interesante nos parezca.
Si nos proponemos que el arte tenga asignado, de una forma o de otra, un lugar en nuestras vidas, estaremos enriqueciéndolas considerablemente, y a la vez estaremos contribuyendo en gran medida a que nuestro estado de ánimo mejore, tanto de manera momentánea como de manera general. Por tanto, como conclusión, se puede afirmar con total seguridad que el arte, en cualquiera de sus múltiples disciplinas, siempre es una buena opción para incorporar a nuestro día a día, así como para complementar cualquier proceso terapéutico o de cambio en el que nos podamos encontrar inmersos.