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Músicos campesinos

12/06/2024
 Actualizado a 12/06/2024
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Ahora que llega el verano y que, como un dilatado rosario se van a ir sucediendo, a lo largo de sus días, las fiestas patronales de muchos de nuestros pueblos, podríamos trazar, a través de la memoria, toda una cartografía de músicos populares, de músicos campesinos, que, contratados, acudían a las distintas localidades en que la fiesta se celebrara, para amenizar con sus sones la diana, el acompañamiento de la procesión y, sobre todo, como lo más esperado por la mocedad, los bailes vespertinos y nocturnos.

Esos bailes en la plaza del pueblo, o en un ámbito urbano acostumbrado, aunque también podían ser en la propia era, a las afueras del pueblo, en los que la mocedad y los casados jóvenes disfrutaban y en los que se forjaron no pocas parejas.

Cuántos nombres podríamos traer a estas líneas. Por ejemplo, los ‘Quiricos’ de Villahibiera. O los ‘Olmos’ de Quintana de Rueda (popularmente ‘Quintanas’), que procedían de la zona de Villiguer. Solían ser grupos familiares en no pocos casos, que llegaban a convertirse en verdaderas sagas.

Además de en las localidades de la contorna, tocaban también en la Montaña, donde pasaban varios días, enlazando unas fiestas con otras, y de donde –según nos dice Macario– «volvían más gordos».

En este campo, también hay variedad de tradiciones y de instrumentos. En la zona oriental, solían aparecer tríos con la dulzaina, el tambor y el redoblante. En ocasiones, un hombre solo (se nos nombra uno de Quintana del Monte) con una dulzaina sin llaves, de madera solo, al que llamaban para tocar en las procesiones; con un sonido próximo al de las antiguas chirimías.

Por la zona de Carrizo de la Ribera, tocaban otros, que iban también a las bodas, según se nos relata, conocidos como los ‘Cirolines’, cinco hermanos de Benavides de Órbigo.

Pero podemos desplazarnos, ya en el área suroccidental de la provincia, a las tierras de La Bañeza. A San Martín de Torres –nos indica Marcelino–, iban los músicos en un carro, o también remolque, de dos ruedas, tirado por alguna caballería; y, en el mimo remolque o carro, sujeto por dos tentemozos, formaban el templete, sobre el que tocaban en los bailes.

El remolque terminó siendo más amplio. Los músicos eran tres: corneta, saxo y tambor. Se nos dice que eran de Moscas del Páramo y de Terrones. En tal zona, actuaban diversos grupos; se nos habla de los ‘Iris’, de la parte de Benavides; o de los ‘Jatas’, procedentes ya de la localidad zamorana de Coomonte; o de los ‘Tijeras’, de Cebrones del Río.

Había un tamborilero, conocido como Rula, de Palacios de La Valduerna (aunque regentaba un bar en La Bañeza), que solía ser llamado para la celebración de las bodas.

Tales músicos eran campesinos, labradores, que se dedicaban a su labor, pero que, por especiales habilidades, habían aprendido a tocar algún instrumento por oído (a veces, al realizar el servicio militar o la mili).

Y, de ese modo, con tales músicos, las fiestas patronales y principales y otras celebraciones campesinas, adquirían un carácter de momentos excepcionales, siempre esperados. Como serán también esperadas las que este verano van a comenzar a celebrarse.

Con estos antiguos músicos populares campesinos, se podría trazar una hermosa cartografía de la memoria de esta tierra.

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