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Naranjas para la esperanza

21/12/2024
 Actualizado a 21/12/2024
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«La Pastora Catalina, también lleva su regalo… de naranjitas de China, un borriquito cargado…». Me fascinaba escuchar este estribillo navideño. Aunque no le acababa de encontrar el sentido al hecho de que un burro palestino trotara los caminos que llevaban a Belén, cargando en sus alforjas una cantidad considerable de naranjas mondas lirondas, ¡con todas las lindezas que se le pueden regalar a un recién nacido! ¿naranjas?

Ya se atisbaba, pues, el tirón económico chino, que ha convertido al gigante asiático en una máquina de producir todo lo que se tercie. En China, pues, de donde es originaria, la naranja hoy es considerada un símbolo de buena fortuna y se suele consumir el segundo día de la fiesta nacional de Año Nuevo en el país. 

Pero la naranja llegó a España a través de los árabes, durante la época de Al-Ándalus, alrededor del siglo X. Así lo narraba el otro día la cuenta cuentos Ana Griot a un grupo de alumnos del instituto, durante un acto de animación a la lectura organizado por la Red de Bibliotecas Municipales del Ayuntamiento de León. El grupo de alumnos árabes procedente de Marruecos, Siria y Argelia entornaron los oídos satisfechos al escuchar el protagonismo de sus antepasados en el periplo de tan jugoso manjar. Los árabes, la conocían, sobre todo al principio, como adorno vistoso para embellecer sus deliciosos jardines, seductores, tanto por esa delicada flor, jazmín meloso de embriagador perfume, como por el brillante fruto alegre que engalanaba los árboles con el color más revitalizador que la naturaleza hubiera podido regalar. 

Más adelante, los árabes de nuevo, conocidos por su habilidad en la agricultura, comenzaron a cultivarla en las tierras fértiles de Andalucía y Levante. España, gracias a ello, se convirtió en referente en la producción que exportó a Amárica, y durante la época del Imperio Español, Europa entera envidiaba cultivarla. Incluso los más pequeños pedían naranjas como regalo a los Reyes, y probablemente de ahí le viniera la querencia al Niño Jesús por poseer unos cuantos soles naranjas, para jugar con ellos. 

Incluso en el municipio valenciano de Olocau del Rey, hay una Virgen llamada «de la Naranja», que se considera patrona de los naranjeros, ya sean agricultores o comerciantes, que con el niño en su regazo, porta en su mano derecha una naranja roja, en lugar de la tradicional bola del mundo.

Olocau y el resto de la comunidad valenciana, celebrarán estos días las fiestas en familia, intentando recobrar la calma tras las pérdidas que dejó el desastre de la Dana, tal vez mirando a esa ‘Virgen de la Naranja’ con su hijo en brazos, o implorando a quien pueda devolverles un poquito de esperanza y fortuna.

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