Jorge Brugos

No hay pocos aparcamientos, hay demasiados coches

04/11/2024
 Actualizado a 04/11/2024
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Minutos antes de la tragedia de Valencia, cientos de coches atascaron las carreteras urbanas de los pueblos intentando regresar a sus casas. Cuando se consumó el funesto final, el agua convirtió esos vehículos en unos ataúdes motorizados. Se reaccionó con demora, nadie fue capaz de anticiparse a la esquizofrenia climática mediterránea. En el momento que todos decidieron volver, ya era demasiado tarde, el tráfico agudizaba la angustia de ese trayecto por la carretera hacia el infierno. Si no hubiese habido tantos coches el repliegue se hubiese agilizado, si los hábitos rutinarios fuesen más conciliadores no habría habido tantos muertos. 

En León se ha abierto el melón de las plazas de aparcamiento, un debate que deberá acometerse en todas las ciudades, no conozco ninguna en la que estacionar el coche no suponga una odisea en sí. El problema no está en la capacidad de los parkings sino en la cantidad de vehículos que hay en las metrópolis. La saturación de los parques automovilísticos está poniendo en jaque a los municipios. Mi padre siempre me cuenta, que cuando él era pequeño, en su calle sólo había dos coches, el de mi abuelo y el de mi tío; ahora, sin embargo, hemos colapsado las carreteras de bólidos. Las rutinas costumbristas han propiciado que el tener un vehículo se convierta en una necesidad, incluso en una obligación en determinados procesos de selección. Desde primera hora de la mañana más madrugadora miles de personas se desplazan sobre cuatro ruedas para ir a sus trabajos. Pese a que la pandemia trajo nuevos hábitos como el teletrabajo, las empresas siguen siendo escépticas a su implantación ante el riesgo de que su normalización suponga una apología de la pereza. 

No tenemos plazas de aparcamiento, las ciudades están a punto de petar y convertirse en un circuito monegasco, pero voy más allá, me voy a poner serio, ¿no habría sido menor la tragedia de Valencia si muchos de los que tuvieron que salir a trabajar hubiesen hecho lo propio desde casa? Debemos hacer terapia para desengancharnos de la adicción a la gasolina, una que va a terminar quemando a lo bonzo toda esperanza.

 

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