19/05/2020
 Actualizado a 19/05/2020
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Algunas personas están empeñadas en volver cuanto antes a la ‘vieja normalidad’, si hay que saltarse las normas se saltan y si hay que cuestionar las decisiones de los expertos se hacen. Lo único que les mueve es el vil metal y desean regresar al escenario del consumismo creciente y atosigador, inundando el planeta de residuos tóxicos y aislando en barrios marginales a colectivos no productivos. Quieren volver a vender sus productos con la garantía de hacernos más libres y exclusivos. «Pedir más democracia dentro del capitalismo es como pedirle a un tigre que se haga vegetariano», comentaba Julio Anguita. Es como pedirle a Ángela de Miguel que se humanice con los no productivos y atienda sus necesidades y atenciones. Pero De Miguel vive en el más tedioso espectro de los números que representan los intereses económicos de la gran comunidad, que solo defiende las inversiones en el maligno e injusto eje Valladolid-Palencia-Burgos. Uno no se acostumbra a este tipo de personajes, que tilda de colectivo no productivo a los que sacaron adelante a un país de miseria y rencor, que vivieron el destrozo de una España ensangrentada. Colectivo que malvive en las residencias privadas con fondos buitres ingleses, como la Residencia Domus Vi, que su ansia viva de perseguir la máxima rentabilidad va en detrimento de la calidad de vida, tanto de los residentes como del personal que se dedica a sus cuidados, sin importarles que se contagien y fallezcan por no tener los medios necesarios. Ha llegado el momento de recuperar la gestión pública de las residencias privadas, lo siento mucho De Miguel, pero su política solo funciona para unos pocos y lo que debemos aprender de esta pandemia entre otras cuestiones, es situar a las personas por encima de los más oscuros intereses, la defensa de lo público tiene que primar por encima del capitalismo, que ya tiene suficientes parcelas donde extender sus tentáculos.

Viviremos en un futuro próximo la nueva realidad como la ficción de encuentros virtuales entre abrazos imaginarios.
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