27/04/2022
 Actualizado a 27/04/2022
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Vengo de un pueblo que es de agua y de tierra más roja que el fuego a partes iguales. Traigo las raíces de viejas vides bajo mis pies y polvo de harina de maíz en las manos. Mi código postal son las coordenadas que me marcaron quienes moldearon el barro para hacer tejas que se convirtieron en cobijo y quienes empuñaron la aguja del hiladillo para coser colchones de lana. Vengo de jerséis hechos con otros jerséis, de comer bollos solo el día de la fiesta, de regar por el pie, de medir el dinero en jornales y de pisar charcos con galochas. Traigo el prefijo del frío de quienes rompieron el hielo del lavadero con las manos y el del calor de desbrozar un surco a las tres de la tarde en agosto. También el de la picardía de saber cuándo apoyarme en la picona. Circulan por algún sitio cromosomas que son escudillas de sopas de ajo y el corazón bombea a ritmo de jota. En mi matrícula figura una escuela que era casa, como casa eran las de los vecinos. Vengo de puertas abiertas, de noches de verano al fresco, de mañanas a la sombra de la parra y de tardes de escaño y brasero. Llevo en la piel el rocío del amanecer sobre unas matas de tomate y en las mejillas, el arrebol del día en el que nací. Pujo con un montón de errores propios, y alguno ajeno, en un petate en el que guardo más verbenas que la luna. Pero en estos últimos ocho años me he hecho con una colección de historias que me han quitado peso y han ayudado a seguir andando hasta por el más duro de los pedregales. 

Llegué a cocinas que han sido la mejor escuela, entré en casas que se convirtieron en la mía, crucé portones que me adentraron en lo más ruin de la vida y otros que me hicieron descubrir auténticos paraísos. Llegué a pueblos buscando qué contar y acabé encontrando amigos. Hasta el más socavón de todos los baches que he transitado ha merecido la pena para llegar hasta aquí.

Nadie me enseñó nunca a enfrentarme a la última y siempre escuché en el bar que esa nunca. Lo que sí me ha dicho mi madre, que será la persona de la que más os he hablado en estas líneas, es «no te olvides de dónde vienes». Y yo ahora también vengo de todos los que me habéis dejado contaros.
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