Ya hemos hablado aquí en varias ocasiones de lo fascinante que resulta, en una noche estrellada, levantar la vista al cielo… y dejarse seducir por la infinidad de puntos luminosos que se encuentran sobre nuestras cabezas, aparentemente sin orden ni concierto, pero a la que el ser humano hace ya muchos siglos que les dio sentido… Y, así, donde solo había un montón de estrellinas desordenadas, acabarás descubriendo un par de osas, un león, un cisne, un águila, un caballo alado… o hasta los mismísimos reyes de la antigua Etiopía –Casiopea y Cefeo–, su hija Andrómeda y el apuesto joven Perseo que salvó la vida a esta última, por poner algunos ejemplos. Y, eso, sin hablar de unas ‘estrellas’ muy peculiares, que ya en la Antigüedad fueron calificadas de errantes o vagabundas, que en griego se dice ‘planetes’: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno –que son los que se ven a simple vista– no pasan tampoco desapercibidos.
Pero no hace falta que nos vayamos tan lejos –y créeme que todo eso está a tiro de piedra… astronómicamente hablando, claro–; mucho, pero mucho más cerca, pongamos a unos 385.000 kilómetros de nosotros –hay coches que han recorrido más–, se encuentra la Luna, tan próxima y tan distante al mismo tiempo que, a lo largo de la historia, no ha dejado de llamar nuestra atención. Y a través de un telescopio, ya te digo yo que no deja a nadie indiferente: observar sus cráteres, sus mares –que no son tales, claro, sino llanuras de lava–, sus montañas…, es siempre una experiencia inolvidable.
Desde 2010, Nasa organiza cada año en todo el mundo la ‘Noche Internacional de Observación de la Luna’, una jornada dedicada a nuestro satélite. En esta ocasión, tendrá lugar este sábado, 21 de octubre, y tanto la Asociación Leonesa de Astronomía como la Asociación Astronómica del Bierzo han convocado sendas observaciones –en León y en Ponferrada respectivamente– públicas y gratuitas. Si tienes la oportunidad, no dejes de asistir. La ocasión–te lo aseguro– bien lo merece.