Suena muy fuerte esta noticia. Además, los mismos profesores de matemáticas nos advierten del nivel insuficiente de este profesorado. ¿Cómo vamos a conseguir que nuestros alumnos suban el nivel de matemáticas si no contamos con una plantilla preparada para ello? Pues esto es lo que refleja un informe solicitado por el Ministerio de Educación y elaborado por el Comité Español de Matemáticas (Cemat), que es el organismo que aglutina a las principales entidades matemáticas. El Cemat llega a la conclusión de que se trata de un problema estructural provocado, en primer lugar, porque cada vez más graduados en la carrera de Matemáticas huyen de la docencia y, en segundo lugar, por el bajo grado de profundización en la disciplina que se pide a los futuros profesores y el inadecuado sistema para formar e incorporar a los institutos aquellos que han estudiado otra titulación universitaria y acaban enseñando matemáticas. El propio Cemat propone para solucionarlo: cambios en la formación inicial, oposiciones y la formación continua del profesorado.
Es cierto que mi experiencia docente me dice que las matemáticas siempre han sido «el hueso». Las peores calificaciones de los alumnos solían ser en esta asignatura. Recuerdo que desde el momento que se permitió a los alumnos de la ESO promocionar y pasar de curso con una o dos asignaturas pendientes, siempre estaban las matemáticas en ese cupo. He llegado a conocer alumnos que sin haber aprobado jamás las matemáticas han llegado a la universidad. Esto nos dice que estamos hablando de una asignatura muy especial, tanto en primaria como en secundaria. Ahora tenemos otro problema añadido: No sólo es bajo el nivel de matemáticas en el alumnado, sino que también es bajo el nivel del profesorado que las imparte. «Es el pez que se muerde la cola». Y lo que es peor: «La enseñanza ha pasado a segunda fila y los mejores se van».
Últimamente, las facultades de Matemáticas de España se han llenado de estudiantes, pero la mayoría no se queda la enseñanza y, consecuentemente, faltan profesores. En las oposiciones ni siquiera se cubren las plazas convocadas. Por supuesto que no ayuda nada el surgimiento de nuevas oportunidades laborales para los perfiles matemáticos. Ya hace tiempo que vemos que repunta al alza el número de matemáticos empleados en empresas y consultorías, y que bajan de forma notable los que se dedicaban a la enseñanza. Con la llegada de la transformación digital, el matemático se ha ido haciendo cada vez más demandado: Bancos, entidades financieras, consultorías, auditorías, la industria tecnológica, informática y biomédica. Con este panorama se entiende fácilmente que un matemático no quiera trabajar en un instituto: Unos rechazan la educación secundaria debido al sistema educativo actual y prefieren no lidiar con los adolescentes. Otros prefieren no invertir dinero en el Máster de Secundaria y tampoco pasar las oposiciones y todo camino que hay que seguir hasta obtener la plaza definitiva. Lógicamente es mejor una inserción laboral inmediata con contrato indefinido y buen sueldo. Por suerte para un tercio de los matemáticos la enseñanza sigue siendo la mejor recompensa. Decía Aristóteles que «las raíces de la educación son amargas pero la fruta es dulce».. He conocido a profesores felices y con esa vocación. Es importante estimular y prestigiar la educación para que se decanten por la docencia.
El informe Cemat señala la existencia de un problema estructural entre los docentes que imparten las matemáticas, porque son pocos y por su sistema formativo inadecuado. La baja formación matemática de los maestros de infantil y primaria, porque llegan a dichas carreras sin haber recibido clases de matemáticas en los cursos anteriores, llega a ser preocupante. Muy pocos alumnos de Magisterio proceden del bachillerato de ciencias. El informe propone un examen de acceso al Magisterio que evalúe las competencias matemáticas. En la ESO, los profesores, como el resto, necesitan superar el máster de secundaria en matemáticas. No vale un máster de secundaria de otra especialidad (física y química, biología o geología) para impartir matemáticas. Por último, es muy triste leer esta noticia: “La falta de profesores ya ahoga a institutos de media España y no esperan tener la plantilla completa en todo el curso». Las listas de aspirantes se agotan pronto. En matemáticas todos los participantes en los diferentes procesos selectivos acaban dando clase y aún quedan plazas sin cubrir. Además, no se pueden andar con exquisiteces y este profesorado accede a las aulas exento de la evaluación de su práctica docente. La presión para cubrir todos los agujeros es tal que hay autonomías que convocan bolsas de urgencia que admiten aspirantes sin el máster de profesorado de secundaria. Tenemos que prestigiarla y mimar a los matemáticos para que prefieran dar clases en un instituto a trabajar en una empresa.