Secundino Llorente

De la que nos hemos librado

06/02/2025
 Actualizado a 06/02/2025
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El rol de los profesores está cambiando. Hasta ahora ellos eran los únicos transmisores del saber, pero internet ha entrado con fuerza para aportar lo que los docentes explicaban en clase. Cada vez se pondrán más de moda metodologías en las que los alumnos preparan por su cuenta las clases para exponerlas en el aula, mientras el profesor les guía y acompaña en esta tarea conocida como el ‘flipped classroom’. El profesor del futuro tiene que adaptarse a los nuevos cambios en su labor docente, pasará a ser el puro orientador que guía al alumno en su aprendizaje. Se le va a reconocer su trabajo, pero se le exigirá demasiado en su papel como educador, guía, orientador, amigo o admirador ya que deberá saber resolver conflictos, ser generalista además de especialista en su materia, formarse de manera permanente, tener inquietudes, innovar cada día, dominar las nuevas tecnologías, tener mucha paciencia y relacionarse constantemente con sus alumnos en horarios abiertos con conversaciones o clases online a deshoras, incluso festivos. Me temo que cada vez más los gobiernos europeos van a seguir las tendencias educativas al alza y se comprometerán de manera decidida a seguir introduciendo cambios basados en los sistemas educativos escandinavos donde la educación es una profesión con prestigio y muy vocacional, con una titulación complicada y exigente. Profesores, «el aire viene en ese sentido», nada que ver con lo que hemos vivido hasta ahora que terminábamos una carrera de Historia, Música o Química y ya estábamos capacitados para ser profesores. Pienso que fuimos muy felices en nuestra profesión en el final del siglo pasado y comienzos del XXI. 

Los profesores jubilados suelen reunirse todas las mañanas a desayunar su café con leche y su pincho de tortilla en las terrazas de los bares de la ciudad. Allí se habla de todo y se comenta todo, pero la nostalgia siempre aprovecha cualquier noticia educativa para rememorar su experiencia como docentes. He participado en muchas de estas tertulias y os aseguro que la frase con la que siempre terminan los recuerdos de su paso por las aulas es: «De la que nos hemos librado». No hay ningún parecido entre lo que nos cuentan los que están en este momento en la guerra de los colegios y lo que los que ya estamos retirados hemos disfrutado en nuestra vida docente. Especialmente, a partir de la pandemia, cada día aparece alguna noticia conflictiva en los colegios e institutos: padres que no respetan la autoridad de los profesores de sus hijos y llegan airados al centro por cualquier ‘memez’ que le ha ocurrido el niño para amargar el día al orientador o al director o al tutor de esa criatura. Profesores que se sienten solos en la lucha porque en caso de conflicto la administración va a dar siempre la razón a los padres o alumnos, dificultades para encontrar profesores que tomen las riendas de un centro o profesores que acompañan a los alumnos en actividades extraescolares o, simplemente, problemas para conseguir tutores vocacionales y entregados. La relajación es total y en todos los sentidos: relajación en la exigencia, relajación en la convivencia, relajación en el esfuerzo, relajación en la disciplina, relajación que va minando la resistencia del profesorado y que solo sueña con bajarse lo más pronto posible de este tren y empezar una jubilación feliz. Esa sensación de derrotismo, desánimo, desmoralización y pesimismo no existía en nuestra época. Nosotros considerábamos nuestro trabajo como un privilegio de unos pocos afortunados. Todo ha cambiado demasiado rápido y ahora, por una parte, nos da pena de lo que nos cuentan que están pasando nuestros excompañeros y por otra parte reconocemos que hemos tenido mucha suerte con salir a tiempo de ese fregado. 

Como remate a este artículo, quiero citar la página de El País del domingo 3 de noviembre, con el título ‘la exigencia creciente de ser profesor’, en la que Ignacio Zafra reúne a diez profesores en una tertulia especial para intentar averiguar de qué forma ha cambiado la enseñanza en los últimos años y su conclusión es que ser docente hoy es mucho más complejo. Coincide exactamente con lo que decimos nosotros en la terraza del bar cada día, con el café y la tortilla sobre la mesa. Estos diez profesores seleccionados insisten en que es más difícil ser docente hoy que hace unas décadas y repiten los mismos argumentos que nosotros comentamos cada mañana. La mayoría de estos docentes entrevistados por el periodista coinciden en que ser profesor en la actualidad es más exigente, aunque no necesariamente más difícil desde un punto de vista disciplinario. En lugar de problemas de conducta, han surgido otras complicaciones relacionadas con la enseñanza, como la creciente diversidad en las aulas, las exigencias del sistema educativo y las expectativas de las familias. La transformación del rol del profesor ha sido significativa, marcando un cambio hacia una educación más inclusiva y centrada en las necesidades individuales de los estudiantes. La necesidad de atender a un alumnado diverso y las demandas externas plantean nuevos retos que los educadores deben afrontar con profesionalismo y dedicación. «De la que nos hemos librado», compañeros jubilados.

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