16/06/2024
 Actualizado a 16/06/2024
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El que las sacó lo sabe, pocas cosas prestan más que una buena nota. Dan gustirrinín a los receptores habituales y a los que no lo son. Existe gente a la que le resbalan, como existe gente a la que cometer asesinato no le afecta al alma lo más mínimo. La mayoría las anhelamos. De un modo u otro, yo llevo casi cuatro décadas estudiando y no descarto que mi motivación última sea la de recibir buenas notas en la evaluación de turno. Me son un placer, y un disgusto su carencia. 

Ahora mismo estoy matriculado de unas cuantas asignaturas en la UNED y lo primero que hago cada día al llegar a casa una vez terminado un periodo de exámenes es mirar si han salido las notas. Ese hormigueo es la pera. No se qué dinámica administrativa siguen los profes de la UNED, si cargan ellos las notas en el sistema cuando acaban de corregir los exámenes que tiene asignados cada uno o si las introduce personal de secretaría previa recepción de todas, pero cuando han transcurrido unas semanas sin publicación de los resultados llego a hacer la consulta diez veces al día. Lo llamaban Obsesión. 

Hablo de buenas notas pero cuando uno va justo, por el motivo que sea, la satisfacción está en el aprobado, claro. Es el caso de las que más ilusión me hicieron nunca. Una dupla de aprobados pelados en Química y Matemáticas en un septiembre que me habilitaron para hacer la Selectividad. Recuerdo las vueltas ciclotímicas que di al Juan del Enzina, primero esperando que la tutora me diese audiencia y luego asimilando el pase. ¡Fua! ¡Qué satisfacción! Porque además estaba cantado que la prueba de acceso posterior iba a salir aprobada. Era incomparablemente más sencilla que el Bachillerato de mi instituto público.

¿Que si podían decir lo mismo los estudiantes de los centros concertados de prestigio? Que se pronuncien los humoristas. 

Entonces la escala era fácil de comprender. Iba del 0 al 10. Años después alguien se sacó una escala del 14 de la manga y todo se fue al carajo… o no (pero a su responsable habría que torturarlo con una letanía de Salmos de normalización ISO) Se han sucedido más cambios y así llegamos a lo de 2025, en que pasará de EVAU a PAU el selectivo y se espera que en los exámenes tenga un peso mayor lo creativo, y las pesadas respuestas largas de desarrollo. Lo bueno será que cada examen irá acompañado de sus criterios de corrección y veladas las soluciones también irán aquellos reflejados en los propios exámenes. Buena decisión parece a bote pronto, porque no hay nada más chapucero y desmotivador que la arbitrariedad.

¡Suerte y notazas para la chavalada que se ha examinado este año!

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