Hace tres años visité a Violeta Alegre en el puerto de Abelgas de Luna, al norte de León, donde pasa el verano su rebaño. También la visité en San Pelayo, al sur de León, donde pasa el invierno. Entre el norte y el sur hay más de cien kilómetros. Entre un verano y otro, 270 días. En el norte y en el sur, están los rebaños de merinas. En el verano y en el invierno están los rebaños de merinas. Cuando era niña, los rebaños de merinas estaban por doquier. Hoy están menos, pero están.
Hace tres años visité a Violeta y me preguntaba, cómo es la vida de una mujer que se pasa de nueve de la mañana a nueve de la noche con su rebaño, sus mastines, sus careas. Cómo es la vida de un ser humano que convive con los no humanos tan estrechamente. En qué piensa durante las largas horas de soledad en el puerto. En qué piensa cuando las saca por los rastrojos en el páramo. Cómo es su relación con el medio ambiente que la rodea siempre.
Hace tres años visité a Violeta y este domingo la vi en la Fiesta del Pastor de Barrios de Luna. Entre corrales con carneros negros, tan bellos que parecían esculturas, y mastines sabios, cuidados perros de exposición y perros de labor, con cicatrices en el hocico y carlancas contra el ‘lloubu’. Es la fiesta que celebra el fin del verano y el arranque del momento en que las ovejas bajan de los puertos de Luna y Babia al páramo y la ribera. Me dijo: mañana marchamos con el rebaño.
Es como decir, mañana volvemos al cole, empieza el curso, ¿cierto? No. Mañana caminamos con el rebaño por las cañadas y los cordeles, siguiendo un rito ancestral que viene de generaciones de pastores que cruzaban las cañadas y los cordeles desde la Edad Media. Desde la prehistoria incluso. En Cabrillanes y en otros puertos de Babia se han encontrado restos arqueológicos que atestiguan prácticas de pastoreo y trashumancia que se remontan a 5.000 años atrás.
Violeta dijo: mañana marchamos con el rebaño. Violeta dijo algo que se dice desde hace 5.000 años. No creo que seamos conscientes del valor de esa frase. No creo que seamos conscientes del valor de una práctica ganadera respetuosa con la naturaleza. Esas ovejas que están todo el día aire libre subiendo y bajando riscos, nada tienen que ver con las macrogranjas. Esa lana apretada que las cubre, nada con las fibras sintéticas. Ese caminar por las cañadas, nada con el derroche energético.
Violeta dijo: marchamos con el rebaño. Y yo digo: salvemos a los rebaños. Apoyemos la ganadería extensiva, apoyemos a los pequeños ganaderos. Porque ellos saben, ellos tienen la clave. Y ¿por qué no? Por la belleza de lo que hacen, por la belleza del pastoreo. Los pastores y las pastoras son nuestros últimos héroes.