Estuve leyendo Lo que nunca cambia –dedicado a los «optimistas razonables»– y me ha resultado muy sugerente. Porque vivimos en una época en que continuamente proyectamos qué va a suceder, cuáles son esas megatendencias de futuro que es conveniente conocer para tomar partido y no quedarnos fuera de juego. ¿Cuáles son los grandes cambios que el futuro nos depara? Pero ¿y si el secreto está en detectar lo que siempre sigue igual? Como decía Carl Jung: «Nuestra vida es, en efecto, igual que ha sido siempre (…). Perduran los mismos procesos fisiológicos y psicológicos que han tenido lugar en el hombre durante cientos de miles de años». O Niall Ferguson: «Los muertos son más numerosos que los vivos (…) en una proporción de catorce a uno, pero nosotros nos arriesgamos e ignoramos la experiencia acumulada de una mayoría tan enorme de la humanidad».
Porque hablar de futuro siempre es hacer una suposición sobre lo que puede ocurrir a partir de la observación de lo que ya ha ocurrido y es muy difícil acertar: los cambios –de ahí la teoría de los ‘cisnes negros’– son siempre imprevisibles. Voltaire decía: «La historia nunca se repite; el hombre se repite siempre».
Como nos dice el autor, Morgan Housel, «la pregunta correcta es: ¿qué seguirá dentro de diez años? ¿Y dentro de cien?» Con este propósito, comparte veintitrés verdades atemporales que ha identificado gracias a las grandes lecciones que le ha enseñado la Historia y sus protagonistas. Cada capítulo nos enseña cada uno de estos principios fundamentales que debemos tener en cuenta para separar la señal del ruido, aprovechar las oportunidades y abrazar la niebla –navegar en la incertidumbre– y así alcanzar el éxito personal y económico.
Como dice el autor, «Este es un libro de historias breves sobre aquello que nunca cambia en un mundo cambiante»: la avaricia, el miedo, el riesgo, la envidia y las afiliaciones tribales; el exceso de confianza o las actitudes cortoplacistas. Conocernos, para conocer.