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¡Ojito con el pienso!

05/01/2022
 Actualizado a 05/01/2022
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Queridos Reyes Magos: Un año más os escribo con la esperanza de que este sí, de que volváis a dar con mi casa para dejarme algún regalo. Lleváis un tiempo algo extraviados y ya sumo unos cuantos seis de enero sin rastro vuestro al levantarme. No es un reproche porque yo también soy algo escogidita y entiendo que venir de Oriente con un gocho ya criado quizá no sea fácil. Tampoco tiene que serlo traer una carga de buena madera para atizar todo el año la lumbre o concederme ese deseo de dejar en las Cortes de Castilla y León y en el Congreso de los Diputados unos cuantos varales colgados. Pero bueno, esto tampoco es nada desorbitado ya que os dije en su día que me valen vacíos, que los chorizos ya los ponen ellos por allí. Puestos a pedir os recuerdo que hubo un año en el que os supliqué memoria para aquellos a los que le falta, sobre todo para esos que nos piden ahora que les votemos después de haber dejado en el olvido lo que nos prometieron. Vosotros, al menos, no venís por mi casa y punto. No andáis adulándome con que me vais a traer un médico al consultorio del pueblo para luego no cumplir. A todo lo que os he pedido este año añado una petición más, pero no para mí. Esta vez os pido para todos esos ganaderos que conservan la ilusión por lo que hacen como los niños siguen manteniendo la fe en vosotros. Ya sabéis, y si no os lo cuento yo, que trabajan todos los días del año sin descanso para producir carne y leche, que miman a sus vacas para ponernos la calidad en la mesa de casa y que, además, lo hacen contribuyendo a que los pueblos se mantengan en pie. Lidian con la industria como titanes y se sobreponen a la garra del lobo y a la del político, que no sé cuál será peor. A diario. Y solo piden trabajar y cobrar. Para ellos, por favor, traed justicia. Os recuerdo que son ellos los que hoy os dejan entrar en sus cuadras para que vuestros camellos coman paja y beban agua. Al montón de pienso este año no le echéis mano, por favor, que está el precio por las nubes. Y acordaos de mi madre también, anda. Que todavía se acuerda de lo que lloró cuando solo le traíais naranjas, anguilas y aquella muñeca de cartón con un vestido clavado a una punta que se le olvidó en el corral aquella noche en la que llovió.
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