06/07/2024
 Actualizado a 06/07/2024
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Últimamente me ha dado por citar bastante a Bécquer, no crean que no me doy cuenta. Esta semana, leyendo a algunos compañeros columnistas, no pude evitar recordar sus palabras: «Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía».

Seguramente muchos pensarán que en esta época lo que sobran son poetas. Abres cualquier ventana y asoman cien aspirantes a llenarnos el alma de palabras. La democratización de la cultura ha traído cierta confusión. Leemos y escribimos más que nunca, pero quizás de todo lo vertido en ese océano, muy poco es auténtico en esencia; sin embargo, la poesía sigue estando más viva que nunca, e interesa más que en otras épocas. No sé si esto significa que estamos en una Edad de Plata, pero la lírica ha vivido tiempos peores, sin duda. 

Parece ser que, desde el Olimpo, los pocos sabios que en el mundo quedan, los poetas  «consagrados» (odio esta palabra), no opinan lo mismo. Sí, me refiero a Mestre y a Gamoneda. Lo han vuelto a hacer. Junto a Pilar Pallarés, han declarado desierto el I Premio Internacional de Poesía Antonio Pereira. Hace un año estos dos caballeros también declararon desierto el Premio de Poesía Joven Monteleón. 1.326 originales en el primer certamen, 75 en el segundo. Ninguno les pareció digno. 

Muchos libros y autores me parecen como para no encontrar ya no uno, sino varios, interesantes o magníficos. Resulta difícil de creer. 

Lo que ocurre cuando se convierte a aedos humanos en dioses, es que ellos nunca se darán cuenta de que recibieron en su día apoyos, que hay incluso quienes consideran que tampoco su obra puede ser declarada excelente y que hay quien cree que ha sido sobrevalorada. 

El Olimpo es un monte muy alto. No es buen lugar para poetas, para comprender que la poesía es algo vivo que evoluciona, que hasta es posible que ahora ya no se escriba como tú lo haces, aunque te cueste creerlo, que tu concepción del verso ha sido superada. Cuánta soledad hay en las cumbres…

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