13/04/2024
 Actualizado a 13/04/2024
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Constantemente los medios nos bombardean con noticias que abordan temas preocupantes: la corrupción, el paro y la inflación suelen copar los telediarios que nos acompañan mientras cenamos. También es inquietante la sucesiva implantación de la IA en muchos sectores de nuestra vida, con la destrucción de empleo que eso conllevará y el cambio en nuestro comportamiento de cara a la sociedad. Pero sin duda, el problema más grave que afronta el planeta es la inversión de la pirámide poblacional. 

En nuestro país ya hay más perros que niños. Según el filósofo F. Torralba, «es un milagro que alguien se anime». Y es que la paternidad y la maternidad se mueven en un contexto difícil actualmente. Salarios poco dignos, empleos inestables, políticas de conciliación ineficaces e insuficientes y una mentalidad en la que tener hijos empieza a verse como una insensatez.

Cada vez más jóvenes optan por tener relaciones esporádicas. La denominada «agamia» (asumir la soltería como estado ideal sin comprometerse con nadie, poder quedarte con todo lo que ganas para ti y no tener responsabilidades), gana adeptos día tras día. El ideario del feminismo actual tampoco anima a las mujeres a ser madres, más bien lo plantea en ocasiones como una esclavitud innecesaria.

Lo cierto es que, si esta mentalidad y políticas se mantienen sin dar un giro radical, la población será muy vieja dentro de 30 años. Los ciudadanos que trabajen tendrán que hacerlo hasta una edad muy elevada para mantener con vida a los más longevos. El gasto sanitario y en dependencia será muy elevado. En resumen, la economía, tal y como la planteamos hoy en día, será insostenible. 

Nos hemos preocupado tanto por el cambio climático que se nos olvida que tal vez pocos vivan para observarlo. Quizás los últimos humanos sean dos jóvenes con tambaleante identidad de género que desconozcan el significado de la palabra «amor» y que solo se comuniquen para jugar a la ‘play’.

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