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Ombligos del mundo

12/07/2020
 Actualizado a 12/07/2020
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Hace unas semanas comenté que, a pesar de la esperanza inicial que todos teníamos, el coronavirus no nos había hecho mejores personas. A día de hoy no solo me reafirmo en mi postura, sino que, además, cada día tengo más claro que quienes ya eran egoístas y maleducados, ahora lo son mucho más.

El pasado miércoles quedé a merendar y dar un paseo con una amiga de la Universidad a quien llevaba sin ver desde antes del confinamiento. El establecimiento al que fuimos tenía la terraza llena, por lo que decidimos pasar al interior del local, donde quedaban varias mesas libres, pero solo podían usarse dos de ellas con el fin de respetar la distancia de seguridad. Nos sentamos, pedimos y empezamos a merendar. Amistad, cotilleos y merienda en un sitio que otorgaba un trato excepcional a los clientes; todo estaba siendo muy agradable hasta que llegó el maleducado del día.

Un señor de mediana edad se pidió un refresco, aunque este no fuera el típico lugar en el que pedirse únicamente ese tipo de bebida, pero no voy a juzgar eso, sino su posterior comportamiento. El hombre se dirigió a la mesa que estaba a nuestro lado y una de las camareras le explicó, muy amablemente, que no podía sentarse ahí porque no mantenía la distancia de seguridad. De mala gana, se levantó y se dirigió a la otra mesa que quedaba libre, la cual estaba destinada a grupos ya que contaba con seis sillas a su alrededor. A pesar de las insistencias de la trabajadora, este señor se negó rotundamente y de malas maneras a situarse en otro lugar para tomarse su refresco. Por desgracia, nadie fue capaz de levantarle y su bebida, su egoísmo, su falta de educación y él se quedaron ocupando una mesa para seis personas.

Ojalá pudiera decir que él es la única persona maleducada que existe y que tuve la mala suerte de encontrarmelo en aquel establecimiento por casualidad, pero solo puedo afirmar la última parte de la frase. Hay quienes no van a cambiar nunca ni aunque venga la mayor de las desgracias; no importa lo que suceda a su alrededor que seguirán sintiendo que son el ombligo del mundo.
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