La universidad española, salvo excepciones, no imparte a sus alumnos competencias en materia de oratoria. La inmensa mayoría de los egresados se incorporan al mercado laboral expresándose según su particular talento y conocimientos adquiridos. En el mundo anglosajón, incluso en Asia, las cosas son totalmente diferentes.
Un reciente estudio de La Caixa indica que el 77,5 por ciento de los estudiantes que han pasado por la universidad no han tenido formación alguna sobre oratoria en ninguna de las etapas educativas. Ahora que va a comenzar un nuevo curso, sería apropiado que los dirigentes universitarios dedicaran un momento a reflexionar sobre esta cuestión. En el mundo actual, saber hablar en público resulta esencial en el futuro de cualquier profesional cualificado.
No se trata de convertir a todo quisqui en experto monologuista, tan sólo de aportar herramientas para que alguien con «estudios superiores» no dependa de su propia valía y de sus pánicos escénicos. A menudo podemos contemplar a personas que ocupan altos puestos que se expresan fatal en público, salvo que lean. Hay quienes no logran mejorar sus expectativas laborales porque sufren un martirio al enfrentarse a ello.
Durante años fui profesor asociado en la universidad, donde dediqué parte de mi tiempo a ayudar a hablar en público a los alumnos que lo solicitaban. También tuve la ocasión de impartir algunos talleres sobre oratoria en Espacio Vías a personas que demandaban ayuda ante sus miedos a expresarse ante un auditorio. Todo se puede superar, la manera de dominar la oratoria es practicando (hablando ante extraños), no como en la barra del bar, que eso en España lo hacemos genial, sino recogiendo los trucos existentes desde hace décadas, incluso siglos.
Han pasado demasiados años desde que pasé por la universidad, entonces este tipo de cuestiones ni se planteaban. Hoy en día merecen una especial atención.