03/11/2024
 Actualizado a 03/11/2024
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Como todos los años desde 1956, se hace en París la entrega de los Balones de Oro, trofeos en distintas categorías futbolísticas por parte de La Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA), fundada en 1954 y conocida por ese acrónimo como la máxima federación del fútbol continental.

Todo parecía indicar que el Balón de Oro como mejor futbolista iba a recaer este año en el jugador brasileño del Real Madrid Vinicius Jr. Al darlo por seguro, el club merengue dispuso un avión con una cuarentena de camaradas para la ceremonia. Pero he aquí que, a medida que se iba aproximando la fecha de entrega de premios, fue corriendo la voz que Vinicius no iba a ser el más votado. Informado de ello, el Real Madrid optó por no moverse de Valdebebas.
El premio ha recaído este año en el hispano militante en el fútbol inglés Rodrigo Hernández Cascante (Rodri). Segunda vez a un futbolista español. En 1960 lo consiguió Luis Suárez Miramontes. Cabe preguntarse sobre lo justo o injusto del resultado actual. Desde mi punto de vista, la decisión es aceptable. Vini es más espectacular y tiene la Champions en sus botas; pero nada victorioso jugador de Brasil y bastante conflictivo en el terreno de juego. En cambio, Rodri, más moderdo, si bien alcanzó logros menores en los obtenidos por su club, fue considerado el MVP o mejor jugador del campeonato de Europa ganado por España sin perder ni un solo partido.

Sin duda, la renuncia del Real Madrid de ir a París se debe al berrinche o yuyo de su presidente Florentino Pérez, cuyo poder en el club raya en caudillaje. Y evidente que lo que más le importa, como gran empresario, es la pasta fundamentada en gloria deportiva. Mientras los goles son cosa de los jugadores, Florentino se encarga de los pelotazos, lo que no obsta para que, como persona, merezca todos los respetos. Elocuentes son las palabras del director de Relaciones Institucionales y expelotonero del club, Emilio Butragueño, al decir que su amo y señor es «un ser superior», esto es, una especie de Mesías al convertir todo lo que toca en oro, por goles y trofeos. Que el premio haya recaído este año en otro futbolista que no haya sido su Vini, obvio es que para Florentino es un fiasco y motivo de pataleta, aunque quien lo haya recibido sea nacido en la España en la que él mismo ha visto la luz. Si bien entre los premiados en París está su entrenador Ancelotti y su club como mejor equipo, ello no es suficiente para calmar el enojo de Florentino pro Vinicius, aunque todavía le dure la vanagloria de haber podido fichar, tras largo empeño y recorrido, a Kylian Mbappé, se dice el mejor jugador del mundo. Hay que añadir como contribución al disgusto de Florentino, no haber empezado esta temporada con buen pie, ni en Liga ni en la Champions. Y ya el colmo, para más Inri, tener que sufrir el hostión de cuatro goles endilgados recientemente por el Barça en su propio y suntuoso estadio.

Añadir, por último, que Florentino ya había tenido fuerte crítica durante el campeonato mundial del fútbol celebrado en Rusia en 2018, entonces el tarea de la búsqueda de entrenador para su club. Porque, fracasados los intentos de ficharlo a toda prisa, a Florentino se le antojó como última solución, ir a por Julen Lopetegui, a la sazón entonces entrenador de la selección española, importándole un pito la repercusión negativa que pudiera tener para ella. Como desde ‘in hillo tempore’ poderoso caballero es don dinero, Lopetegui se avino inmediato al embolso más apetitoso, lo que motivo su destitución ‘ipso facto’ por la Federación Española. Resaltar que Lopetegui le duró como entrenador al Real Madrid menos que un chorizo en la boca de un gitano.

 

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