Todo el mundo ha visto en directo el beso más televisado de los servicios informativos mundiales, que ha sido objeto de análisis varios, aunque creemos que sólo ha faltado la intervención de las asociaciones religiosas, lo cual da entender muchos ángulos de interpretación sociológica.
Cuando en la actualidad se analiza un acontecimiento tan insólito como este, los que deciden hacerlo deben tentarse mucho los machos, porque se expone a la lapidación y actuación de los diversos tribunales inquisitoriales dirigidos por lo más granado de ese movimiento importado de los yanquis, que ha logrado, sobre todo, que muchos de los denunciados hayan salido indemnes de las calumnias, mientras que los que han ejecutado actos de violaciones y afrentas sexuales contra mujeres han sido excarcelados o se les han rebajado las penas, debido a leyes redactadas poco acertadas, por decirlo de forma suave e inclusiva.
Pues bien, dicho esto, invitamos a que se vean detenidamente las secuencias ofrecidas durante ese acto en el que más que el resultado de una victoria se ofrece la desatada alegría de unos dirigentes que parece que ellos han sudado la camiseta en el terreno de juego. Son realmente ilustrativas por el resultado interpretativo al margen de la ideología, claro está… y todos llegarán a las mismas conclusiones sin distinción de razas, religiones, sexos y demás asignaciones semánticas, siempre desde el punto de vista de la resiliencia.
El personaje protagonista es arrollado por la necesidad imperiosa que se ha sentido, debido al momento social, de sacarlo del puesto cuando ha habido momentos más importantes para ejercer este acto de limpieza en la estructura del balompié. Pero como el poder envanece mucho, no sabemos si el momento y los modos son los adecuados, aunque eso no importa al que lo ejerce teniendo en cuanta sólo su vanidad...
Ese omnímodo poder de arrollar a todo el mundo, aunque sean familiares, compañeros de andadura ideológica… no perdona, sobre todo cuando es necesario desviar la atención de cuestiones importantes que se están elaborando para mantenerse en el sillón.
Sabemos que el fuego amigo hace destrozos que duelen mucho, de momento al que lo sufre, pero a la larga, esas víctimas dejan un rastro inequívoco, que aumenta las filas del descontento y que hacen que las teorías apoyadas en el vocabulario sectario se vean comprometidas y se vuelvan cual boomerang contra el muñidor del hecho.
Al final, lo que menos hacía falta en esta España nuestra era desayunarse con este espectáculo lamentable, donde el triunfo de una selección de fútbol femenina de España, no la Roja, como el señor del beso implantó, siguiendo directrices coloreados de bandera sectaria, y sí con una fiesta nacional de felicitación a unas deportistas, pero sin sacarlo de contexto porque hoy lo que necesita España es buenos investigadores y grandes dirigentes que pastoreen un pueblo culto y soberano, que dé prestigio a una nación como España que lo tiene bien merecido y no ofrecer un espectáculo de egos, rencillas, insultos y procacidades en menoscabo de sus ciudadanos.