02/07/2024
 Actualizado a 02/07/2024
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Nunca se acabarán las historias o anécdotas que tuvieron lugar en esos ‘Benditos Bares’, según reza en un acertado spot televisivo de Coca Cola que, a pesar de la corta duración del mismo, comprende lo que son, y fueron, los bares, así como su contribución, hasta nuestros días, como artífices indispensables, al bienestar de la sociedad. Una historia (de dudosa credibilidad) que escuché un día entre señores mayores, seguro que de menos edad que quien esto hoy escribe, pero eran tiempos en los que se acortaba más la vida. Esto se decía mientras mataban el tiempo después de finalizar las irrenunciables partidas de mus, tute o dominó que alegraban el día. Como no me cansaré de repetir, los bares eran las universidades del pueblo. Allí se emitían, hoy creo que también, todo tipo de juicios aunque no se hubiera estudiado derecho. Los bares, junto con los mercados, eran lugares preferidos de encuentro y no en vano se decía: Se aprende más en un mercado en La Bañeza que en tres años en la Universidad de Salamanca. Por algo sería. A lo que iba, estando los jóvenes con el oído siempre alerta, cuál si de centinela en tiempo de guerra se tratara, escuchamos el siguiente comentario por parte de uno de los allí presentes, después de haber ido al water (WC), hoy con mejor criterio y en español ‘Servicio’ o ‘Inodoro’, con el pitillo encendido, después de haber hecho uso del mentado servicio, como era costumbre, comentó el siguiente relato. Como eran tiempos en los que la censura era implacable a la hora de mostrar los atributos femeninos, se aprovechaban las puertas de los váteres por dentro para plasmar en ellas todo tipo de ocurrencias con total impunidad. Algunas de verdadera gracia o picaresca, como era la que el citado cliente contó: entro en un servicio acuciado por la necesidad fisiológica imperante cuando, mientras me encontraba en tal situación observo que, allí, al alcance de la mano, y de una manera tentadora, se encontraba una pequeña estatua de madera con una mujer con un pequeño traje de tela en bikini, algo poco conocido en aquellos tiempos, que llevó la necedad imperiosa de levantar la parte de arriba la ropa del mencionado traje. Una vez usado el servicio salió para el bar en cuestión y observó que los allí presentes, le miraban con cierta sorna. El dueño de bar, al notar la extrañeza en el usuario mentado, le comentó que el motivo era que al levantar, por quien estaba usando el water, alguna parte del bikini, sonaba un timbre en el bar creando el correspondiente recochineo entre la parroquia. Tanto el narrador como los presentes no preguntaron si la historia sería verdad o no, lo que importaba era la puesta en escena que hizo el narrador. 

La Junta de CYL financiará los bares de los pueblos de menos de 200 habitantes, como centros de ocio y convivencia, consecuentemente de vida, según lo publicado el viernes en el Bocyl del 21 de junio con un gasto máximo de 3.000 euros por cada centro de ocio. Por algo será.

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