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Al otro lado de la reja

20/05/2024
 Actualizado a 20/05/2024
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El caso de las clarisas de Belorado pidiendo independencia con el argumento de que «la Iglesia nos roba», como hacen los catalanes separatistas con España, es un sainete más en esta nuestra piel de toro en la que de una manera o de otra el espectáculo tiene que ser constante. Las protagonistas, unas cuantas monjas de este pueblo de Burgos que están más pendientes de satisfacer a un charlatán disfrazado de obispo que de cumplir con la vida contemplativa y entregada a Dios que ofrecieron cuando tomaron el hábito, y las razones, lógicamente no podían ser otras que las económicas.

A estas hermanas, capaces de escribir una carta a Roma para decir que rompen con la Santa Sede con la misma facilidad que tienen para abrir de par en par las puertas de la clausura a las cámaras de televisión con el fin de salir en directo en un programa vespertino de casquería informativa, les va la marcha. Eso es indudable.

Y son capaces de tirar por tierra en dos días todo el trabajo forjado por sus predecesoras a lo largo de cinco siglos en los que ha ocurrido de todo con la misma facilidad que avergüenzan a las hermanas de su congregación que tienen repartidas por toda España. Como las de León, que se dedican a coser, bordar y realizar encuadernaciones cuidadas hasta el mínimo detalle y sin hacer un solo ruido en pleno corazón del casco antiguo, las de Zamora, comprometidas con la elaboración de dulces exquisitos o las de Astorga, de vida contemplativa.

Qué espectáculo tan lamentable ver a unas clarisas seguir a un charlatán excomulgado y poner como portavoz a un soez. Si ya no están de acuerdo con la iglesia que se vayan, pero que dejen el convento del que no pusieron ni una piedra y se coloquen al otro lado de la reja con su obispo particular y que les haga un convento a su gusto. 

 

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