13/03/2021
 Actualizado a 13/03/2021
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El 11 de junio 1987, se celebraron las terceras elecciones municipales de la democracia. En León, cuatro partidos políticos lograron representación: el de Juan Morano con 12 concejales, que se presentó con una lista independiente, el PSOE con 9, AP con 4 y el CDS de Suárez con 2.

Esa misma noche comenzaría a fraguarse el famoso Pacto Cívico por el que tres formaciones de distinto color se unieron para evitar que Juan Morano fuera alcalde.

Hay varias opiniones sobre si el ex presidente del gobierno Adolfo Suárez autorizó o no a sus dos concejales.

De aquella, Villarig salió alcalde en una mañana de emociones y de huevos, de corral y de los otros. Al cabo de unos cuantos meses dos mujeres de Alianza Popular, abandonan sus filas para acercarse al grupo de los independientes, provocando una moción de censura que alzaría como alcalde al arquitecto Luis Diego Polo. Aquellas dos mujeres tuvieron su premio con dos concejalías de peso. ¿Les suena la historia? Juan Morano y el alcalde se afilian a AP y en el año 1989 Morano vuelve a ser alcalde, momento en que el partido se refunda y pasa a llamarse como Partido Popular.

Aquello ocurrió en León, y seguramente fue el mayor pacto de esas características que hubo en España, una unión de los tres principales partidos para derrocar a un Morano que se había hecho fuerte defendiendo el recién bautizado leonesismo.

Esta semana hemos presenciado cómo la política, una vez más, baja un escalón.

Algún miembro de aquel CDS afirma ahora que el cable del teléfono de la sede leonesa se arrancó, porque no querían escuchar la respuesta del ex presidente Adolfo Suárez con respecto al pacto, ya que la partida de León se jugaba en otro tablero. El CDS era la llave en muchos sitios y desde Madrid seguramente querían negociar.

Todo empezó en Murcia, Ayuso para protegerse convocó elecciones y a Tudanca le recomendaron presentar la moción.

En Murcia, dicen ahora tres diputados de ciudadanos que están a gusto con el presidente López Miras y que no van a cambiar. Alfonso Fernández Mañueco confía en la lealtad de Francisco Igea, aunque le mosquea la relación de Arrimadas con su vicepresidente. El lunes se verán cara a cara. Y Ayuso se la jugará, si los juristas no dicen lo contrario, a unas elecciones en las que sabe que no habrá posibles pactos futuros sin cabezas que cortar.

Y decían que el bipartidismo era malo.
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