En más de una ocasión hemos hablado ya aquí de la importancia de nuestra cultura, de nuestra identidad; y de poner en valor toda esa herencia que, transmitida de padres a hijos desde hace siglos, hemos recibido de nuestros antepasados. Nuestra es ahora la responsabilidad de entregar ese legado a la siguiente generación; labor que, incomprensiblemente, no siempre es sencilla. ¿Que por qué? Pues, sinceramente, no te sé decir... Tal vez por indiferencia o por desidia, o por intereses de vete tú a saber quién; o quizá por un poco de todo…
En Palacios de la Valduerna, una pequeña localidad próxima a La Bañeza –como a diez minutos en coche–, apostaron hace unos años por dar a conocer su historia en la Panerica, un edificio de dos plantas que se encuentra al lado mismo del templo parroquial y cuyos orígenes se remontan al siglo XII –propiedad del Obispado de Astorga, que ha sido cedido gracias a la mediación del entonces párroco, Aureliano Sancha–, que antiguamente almacenaba el grano que la Iglesia obtenía, entre otras vías, a través del diezmo, y en donde ahora se expone una muestra de su pasado.
La Panerica abrió sus puertas en 2016 a iniciativa de la asociación cultural ‘El Embrujo de la Valduerna’ –que se ocupa de ella–; pero, si hoy es una realidad, es «gracias a los vecinos, que se han implicado en este proyecto» –también ha contado con el apoyo de distintas entidades–, aseguraba Alfonso Martínez, secretario de la asociación, que me acompañó en mi visita, hace ya algún tiempo.
Además de una sala para conferencias, allí se encuentra desde material arqueológico prehistórico –hachas, bifaces …– o romano– fragmentos de cerámica, de ‘opus signinum’…– hasta reproducciones de algunos documentos o las campanas de la antigua iglesia de San Pedro de la localidad, pasando por trajes tradicionales, un pupitre, una mesa puesta –con su vajilla, su cubertería…–, una máquina de coser o una cuna, entre otros muchos objetos. Si tienes ocasión, no dejes de visitarla. Te sorprenderá.