02/01/2021
 Actualizado a 02/01/2021
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Me gustaría tener el arte suficiente para poder explicar con estos 2.500 caracteres quién es uno de los tipos más auténticos que la vida me ha puesto en el camino, y de quien no me ha quedado más remedio que aprender.

Yo comencé en esto de la radio allá por el año 2002, acogido por Manuel Prado, en la ciudad de Granada. Otro grande del que, como decía un político leonés, debería poner una foto en el rellano de casa y cada vez que saliera hacer una «genuflexión», ya que si no fuera por él, seguramente no estaría en el mundo en las ondas.

Cinco años más tarde conocí al ya mítico Ignacio Fernández Sobrino, en lo que pasó a ser uno de los momentos más acojonantes de mi vida. Venía a un debate que había organizado Luis Aznar, cuando era director de Protección Civil. Dimos un paseo hasta el auditorio. Apenas diez minutos para darte cuenta de que estabas ante una persona formada, brillante y genial.

Ignacio a secas, como le llama mi hijo Dimas, ha decidido irse voluntariamente al «retiro de los dioses», pero no voy a engañarles, porque la verdad es que como dice Roberto Mayado: «nos deja un poco con ese sentimiento de orfandad».

Ahora, desde la reserva, que no jubilación, estoy convencido de que cumplirá ese sueño de un libro y un Parador, que no es otro que el de entrar en un Parador con un buen libro y cuando éste se acabe, ir a otro Parador, y vuelta a empezar.

Es cierto que a veces sobran las palabras, sin embargo, en estos días he sentido la necesidad de mostrarles algo de la persona de la que más he aprendido y querido, y no sólo en lo laboral, en mi casa se le quiere mucho y de no haber sido mi director, hubiera sido el padrino de Dimas.

Dicen que esto de la radio es como el sacerdocio, 24 horas al día, 365 días al año. Por tanto, Ignacio se ha ganado con creces ese privilegio que únicamente tienen los obispos, que no es otro que ganarse el retiro siendo siempre obispo, porque aunque se retiren por edad no cesan nunca del cargo. Pues bien, don Sobrino, como cariñosamente le llama otro gran amigo, el Sr. Rubio, siempre será el director de Atresmedia y el hombre que más puertas grandes ha abierto.

Cuando me nombraron director de León con 35 años, presumía sin pudor por llegar al cargo tan joven, hasta que Alsina en una de las muchas Brújulas que vivimos juntos, dijo aquello de: «aquí está Ignacio Fernández Sobrino que fue director de emisora con apenas 23 años». Reza una frase en la escuela Taurina de Madrid que dice: «ser torero es difícil, figura del toreo, casi un milagro». Yo les diría que ser un buen periodista puede ser difícil, pero ser como Ignacio, es imposible.
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