Angel Suárez 2024

Paraísos bibliófilos

04/01/2025
 Actualizado a 04/01/2025
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Considero las bibliotecas domésticas como el mayor patrimonio de un hogar. A lo largo de los años libros de todas clases, colores y tamaños, de cualquier género y tendencia, se agrupan en las estanterías de la casa formando una algarabía alarmantemente expansiva. Borges decía que realmente nunca había salido de la biblioteca de su padre, releía constantemente los libros entre los que había nacido, Stevenson, Verne, Conan Doyle… Me alegra comprobar que no son muy diferentes de aquellos entre los que uno creció. 

La anarquía de una biblioteca doméstica es solamente aparente. Quizá sin ser consciente de ello, desde luego sin ese propósito, su propietario ha dedicado una vida a elaborar una cuidada selección. Al cabo de los años su biblioteca conforma una especie de radiografía de sí mismo. Cuando se va es frecuente que sus sucesores no valoren especialmente esa parte de la herencia, pero la desaparición de una buena librería doméstica también es sólo aparente. Como para su dueño, hay vida después de la muerte. De ello se encargan las librerías de viejo.

En estos lugares mágicos, el trabajo de autores, ilustradores, fotógrafos, maquetadores, encuadernadores y distribuidores es limpiado, restaurado, clasificado y devuelto a la vida para nosotros. Allí es posible encontrar lo inencontrable. En la cadena trófica de la literatura los libreros de viejo evitan que todo ese trabajo caiga en manos del basurero.

En León, desaparecida la singular Trastienda de Moncho Llamazares, triunfan algunas magníficas librerías de viejo, como «El Paraíso Lector», que regenta con mucho mimo Abel Vieito Fernández en la calle La Torre.

En estos días en los que la actividad en tiendas de barrio y centros comerciales se multiplica, luchando contra el reloj que nos va a acercando a la noche mágica, es frecuente ver a algunos de los ayudantes de Sus Majestades verdaderamente apurados y escasos de ideas. Cualquiera de nosotros hemos recorrido escaparates y expositores tratando de inspirarnos para saber qué pedir en nuestras cartas. Es fácil cuando se trata de uno, pero no tanto cuando hay que encargar algo para nuestros familiares y seres queridos. Quizá visitar una buena librería de viejo pueda ser de ayuda.

 

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