Ha sido leer el nombre del nuevo portavoz del Partido Popular en las Cortes de Castilla y León y acordarme de esa telenovela que se llamaba ‘Pasión de Gavilanes’. Siempre que evoco el nombre de esa serie me viene a la mente cuando fui a buscar a unos amigos de la urbanización y me dijeron mientras tomaban una sopa a la hora de la merienda que ellos no bajaban a la piscina hasta que no terminase la novela. Dicen precisamente las frívolas mentes maquiavélicas que la formación ha tomado la decisión de escoger a Ricardo Gavilanes como cara visible en el parlamento para paliar las pasiones leonesistas de nuestro territorio; al final la política se parece mucho a un drama de enredos y la clave está en saber toca la fibra sensible de las emociones para seguir viviendo a la sopa boba.
Más allá de la broma, me alegra saber que hay políticos que no llevan dedicándose toda su existencia a la política. La realidad supera a la ficción, los dirigentes que proceden de la sociedad civil no son unos rara avis, hay más de los que parece, lo que ocurre es que en el sistema partitocrático en el que vivimos se premia más a los que han puesto carpas y repartido globos durante la feria de la campaña electoral que a los que proceden del extrarradio de la maquinaria orgánica. Muchas veces los políticos son incapaces de empatizar con los problemas de la gente porque respiran oxígeno de otra atmósfera, no sé si se acuerdan de cuando nuestro paisano Zapatero no sabía lo que costaba un café; puede parecer caricaturesco, pero es lo que pasa cuando vives alejado del mundanal ruido y llevas toda tu vida con un elefante en la habitación insonorizada de la política. Estamos pidiendo a unos dirigentes que no saben lo que es no llegar a fin de mes que empaticen con los precarios mileuristas. Hace unos meses leí una noticia sobre los candidatos a las elecciones en Francia y ninguno tenía experiencia laboral fuera de la política. Como pueden ver la endogamia orgánica traspasa fronteras, y paradójicamente el caso del abogado Ricardo Gavilanes me recuerda al letrado y ahora primer ministro de Gran Bretaña, Keir Starmer; ambos tienen donde ir cuando se acabe el jugar al ala oeste.