Igual es un efecto secundario de abandonar el noctambuleo, pero uno, que siempre pensó que lo excitante sería figurar como polemista de altos vuelos a lo Christopher Hitchens, ahora ocupa los domingos opinando sobre rotondas. ¿Cómo se quedan?
Para enero o un poco más tendremos flamante rotonda en el cruce de la Avenida de Palencia, Sáenz de Miera y el Paseo Salamanca. Nuestros taxistas (que como son nuestros hay que quererlos) llevan quejándose tiempo de que el tramo que une Doctor Fleming y Guzmán está diseñado de la peor manera posible, con multitud de semáforos que lo único que hacen es entorpecer la circulación. Y nadie discreparía cualquier leonesa tarde de invierno fría y oscura cuando se tira quince minutos al volante para recorrer esos setecientos metros con tremendo enfurruñe y posterior pago con los seres queridos.
No miento si digo que me produce placer pensar que el tráfico se va a dinamizar ahí, aunque quepan dudas debido a la potencialmente negligente ubicación de los pasos de peatones y por las promesas incumplidas de hacer de aquello una extensión digna de Ordoño II.
Los primeros que observarán cambios serán los vecinos de la zona. Los que residen en el edifico nobiliario en cuyos bajos el bar La Barra vuelve a intentarlo de cara al publico con su pasamanos calefactado son unos. Otros son los del bloque con Los Pollos Hermanos debajo y desde cuya fachada un amigo mío vigilaba todo lo que pasaba, mientras se sacaba de la chistera insultos verdaderamente atinados que ahora se intercambia en exabruptos telefónicos con otra amiga que los encaja torera. Ambos viven alejados de la noche también, aunque nadie lo diría cuando se les oye ¡Algarrobo, pasodoble, estrellitacastro, mechón, mediapensión, eructo!, pues anda que tú ¡pasocebra, apropiación… rotonda!