Pedro Sánchez

Hace ya casi dos años, el 26 de junio de 2016, pasábamos por las urnas para elegir a nuestros representantes en las Cortes, apenas seis meses después de otras elecciones generales que de poco sirvieron al no ponerse de acuerdo la cámara baja para elegir presidente del gobierno. A León, por cierto, le costó perder un diputado –de cinco a cuatro escaños– por descenso de población…

Pero en 2016 sí hubo acuerdo, y Mariano Rajoy fue investido presidente el 29 de octubre; pero algo no habrá hecho bien –y los casos que corrupción que han salpicado a su partido no ayudan– para que, a mitad de legislatura, el Congreso le retirara su confianza y el viernes pasado prosperara una moción de censura contra él. Pedro Sánchez se convertía así en presidente del gobierno, sin ser diputado, caso único –como también que haya llegado al triunfar una moción de censura– en la historia española tras la restauración de la democracia; una democracia, por cierto, que es la que garantiza que puedan pasar estas cosas…

Sea como fuere, estos dos últimos años de Pedro Sánchez han sido muy movidos… En 2016 fue el candidato a la presidencia del gobierno de un Partido Socialista que se estrelló en las urnas; meses más tarde se vio obligado a dimitir como secretario general del PSOE; poco después, horas antes de la investidura de Rajoy, entregó su acta de diputado para no desobedecer las directrices de su formación –que había decidido abstenerse– y no ir tampoco tampoco en contra de sus principios –había anunciado que votaría ‘no’–; ya en junio volvió a convertirse en jefe de filas del PSOE ganando unas primarias; y, ahora, ejerce ya como presidente del gobierno.

Y no sé si será mejor, igual o peor que Rajoy para los intereses de nuestra tierra –el tiempo lo dirá–, pero no ha empezado especialmente bien la cosa al respetar los presupuestos aprobados por el anterior ejecutivo, pues no había salido León en ellos, ni mucho menos, beneficiado… De todas formas, démosle margen, que es lo justo… y a ver qué pasa…