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Pelea de gallos en la granja

22/02/2022
 Actualizado a 22/02/2022
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Verdaderamente el partido mayoritario opositor en España no pierde ocasión para hacer varios papeles a la vez cuando toda su artillería debería estar afinando el tiro de gracia para enmendar el inmenso desastre de la política actual.

Cuando todos los vientos soplaban a favor, se han empeñado en la tormenta nefasta que le puede suceder a un navegante si no consulta bien sus cartas de navegación y detecta los remolinos que hay a su alrededor provocados por las diferencias de temperaturas que existen en los espacios locales que atraviesan y, sobre todo, algo que siempre ignora, como es la meteorología interna.

¿Cómo es posible que un partido nacional se debata actualmente en problemas internos por desempeñar el sillón del relax, cuando el pueblo español, al menos una buena parte, espera que le ofrezcan, no ya una esperanza, si no un método de trabajo político fiable y serio que haga desaparecer esta especie de tortura china a la que nos someten los que llegan a la política sin saber hacer la O con un canuto?

Pues he aquí que, como siempre ocurre en España, surge esa especie de película de suspense o de miedo que hace realidad lo imposible, cuando estamos a punto de conocer el progreso, las modernidades sociales y otra serie de cuestiones que nos hace recuperar posiciones en el tren de las sociedades avanzadas, resurgiendo los fantasmas de los espías, los intrigantes, los que se venden por un plato de lentejas, aquellos que ofrecen su colaboración para ir con chismes, dimes y diretes, los que hoy están aquí y mañana en el otro lugar, los amantes del principio de Peter, los chaqueteros, lo estómagos agradecidos, los palmeros, y a los que los conceptos trascendentales y los valores de la especie humana les importa un pimiento.

Una parte de la sociedad asiste atónita ante el cruce de razonamientos descalificativos de la cúpula nacional del partido ‘pepero’ y la cúpula del mismo partido en la comunidad autónoma de Madrid. Los posicionamientos, las opiniones, las declaraciones inmaculadas de todos y lo que es peor, las dimisiones que ya han comenzado a suceder porque la mentira tiene las patas muy cortas y la posible cascada de renuncias y desafecciones que vamos a presenciar digna de una serie televisiva.

Un líder, o que se cree ser líder, debe rodearse de los mejores no de los amiguetes. Aclaramos, sea del partido que sea y tenga la condición de género que sea; lo decimos por el postureo que hay sobre estas cuestiones. Además debe estar matrimoniado siempre con la verdad y tratar de leer bien los postulados de su programa político, no predicar en desierto y según los vientos que soplen en ese momento. Debe además velar por la honestidad de las siglas que representa y lavar los trapos sucios en la intimidad para que cuando resulte lo peor pueda informar a sus seguidores con hechos y documentos sobre las medidas que debe adoptar, de lo contrario estaremos ante chiquilicuatres de la política y ocupas de los sillones que es, más o menos, lo que padecemos hasta la fecha.

Además debe rodearse de buenos colaboradores que no dejen las gateras abiertas a infiltraciones, cantos de sirenas y escapes de opinión que beneficien al oponente sobre todo cuando éste sabe de filtraciones más que las ratas de armario y de intoxicaciones y métodos maquiavélicos sofisticados. Sobre todo no se debe dar bazas al adversario para que le destrocen al primer golpe del round.

Y desde luego, cuando todo sucede en el seno más profundo del propio partido y con personas que le han llevado a surfear en las olas más peligrosas de un enemigo que se parece a los mares embravecidos del Pacífico.

A nadie se le ocurre ofrecer sus casas a un depredador que va a hacer de su patrimonio una especie de masa triturada o un queso de Gruyere para después reinar él sobre los desperdicios.

Esto es básico pero como hoy parece ser que en muchos ambientes hay que recordar cuestiones que eran fundamentales en nuestra sociedad de hace unos días y se han borrado del imaginario, diremos que los clásicos están ahí y que nuestros abuelos, sin ir más lejos, nos miran con estupor a la vez que con horror y desesperación por la cantidad de errores mayúsculos que produce la idiocia de aquellos que pretenden gobernarnos.

Creemos que la eficacia, la verdad y la decisión deben abrirse paso con voluntad, fuerza y conocimiento y la indolencia, la ignorancia, la insidia y la falta de respeto, más la incultura, deben quedar sofocadas y enterradas de por vida.

Por supuesto que la conspiración, la delación y los ‘Antonio Pérez’ deben estar guardados bajo siete llaves sea cual sea la condición social, política o económica de los sujetos.

El acontecimiento que estamos presenciando estos días tiene espectadores que se regodean de forma especial porque hace que sus expectativas crezcan de forma notable cuando están en ese proceso ya y otros cuando decrecían se pueden recuperar, pero en general todos pierden porque pierde la credibilidad del sistema que hace tiempo ha iniciado el bajón y se precipita por un camino que no conduce a consecuencias positivas desde luego a juzgar por lo que dice nuestra Historia tan olvidada y manoseada por algunos.

Cuidado con los intervencionistas, los espías de dos caras que están en las sentinas de las organizaciones y cuidado con el egoísmo y los celos políticos ya que pueden eclosionar nuclearmente como dice un antiguo dirigente, casi anciano, que sabe mucho de amenazas y batallitas internas.

¡Ah! Y cuidado con la teoría de los vasos comunicantes porque tantas insidias hacia una personas suelen tener orígenes sorprendentes, intenciones parecidas y tratar de lograr resultados similares con ideas aparentemente dispares.
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