11/05/2024
 Actualizado a 11/05/2024
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Tengo algunas imágenes todavía muy frescas en la retina, y unas pocas sensaciones como recién nacidas o como recién recuperadas. Tengo también uno o dos pensamientos a punto de germinar, pero que todavía no comprendo del todo. Tal vez por eso escribo esta columna, para perseguirlos. 

Entre esas imágenes hay sombras que danzan antes de que llegue el sueño, y un hombre que coge con cuidado un brote de árbol y lo planta en un pequeño tiesto en su casa. Si cierro los ojos, aparece también un río atravesado por las luces nocturnas de una ciudad, y un hombre junto a sus orillas que le dice a otro, al hombre que recogió el brote de árbol, que al final morimos sin saber nada. No estoy de acuerdo con ese hombre y a la vez creo que tiene toda la razón. 

En la noche de ayer terminé de ver ‘Perfect Days’, de Wim Wenders, y todavía tengo la película dentro. Hay fotogramas que se proyectan en la pantalla de mi cerebro con la insistencia de lo que quiere ser descifrado. Y sin embargo lo mejor que tiene la película es eso: la ausencia de explicaciones. 

La vida de Hirayama como limpiador de váteres públicos en Tokio puede parecer una renuncia, pero pronto se intuye que es todo lo contrario. Enseguida resulta evidente la elección de esa vida. Hirayama es meticuloso en un trabajo que pocos querrían y que pocos valoran, pero no parece importarle ni lo uno ni lo otro. Lo que le importa es su música, sus libros, y el sol entre las hojas de su amigo el árbol, que fotografía varias veces cada semana. Esos son sus días perfectos, unos más que otros, como los de cualquiera. 

Cuando la muerte nos ronde o nos sorprenda, como le ha pasado a Eloy Rubio Carro, poeta, filósofo, fotógrafo, ojalá podamos evocar con claridad nuestros días perfectos. Estoy segura de serán aquellos que menos cosas tienen, que sólo tienen las imprescindibles. Y ojalá pensemos de nuestra vida algo parecido a lo que Eloy escribió en uno de sus poemas: «Pasó como la sangre / y el mar, / como una breve hora. / Siendo tigre en tus cabellos / el dolor / inmenso, / el ser pleno». 

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