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El perro pastor a pilas

27/05/2024
 Actualizado a 27/05/2024
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Lo de que la práctica real sobre el terreno pocas veces tiene que ver con la teoría aprendida en las aulas es una máxima que los investigadores deberían tener como consejo de cabecera para evitar decepciones y sobre todo desastres mayores. Lo mismo que ocurre en algunos proyectos de construcción, donde el resultado de la obra ejecutada y los planos se parecen lo justo o cuando uno se aventura a pedir productos en sitios de venta de internet de origen chino y cuando llega el artículo y se abre la caja vienen las sorpresas.

Es lo que ocurre con el proyecto de investigación del área de robótica de la Universidad de León que está ideando un perro pastor robot para trabaje de manera autónoma y pueda estar en el monte con las ovejas como si fuera un mastín o un carea. Un puñado de tornillos y tuercas, plásticos, cables y circuitos electrónicos con aparente forma de perro que no distingue una oveja negra de un lobo y que si tiene que saltar un reguero, por decir un contratiempo, llegan los problemas.

En las distintas revoluciones industriales que hemos conocido se trataba de sustituir el trabajo a veces inhumano de las personas por máquinas, complementarlo o utilizar la tecnología para facilitar el proceso productivo e incrementar el volumen de producción. Pero ahora se quiere reemplazar a la gente por máquinas y ya, por lo visto, hasta los animales por autómatas.

No me imagino a ningún ganadero leonés comprando el modelo de perro pastor a pilas ni mucho menos confiando el rebaño a un invento de este calibre, especialmente si tenemos en cuenta los problemas derivados de las políticas ecologistas con el lobo. Que eso también merece una mención especial. 

Es posible que tampoco se lo imaginen los que están detrás del proyecto por mucho que alguien haya soltado 180.000 euros (30 millones de pesetas, matizo) de dinero que sale de sus impuestos, de los míos y de los del vecino, y es más que probable que nadie haya pensado qué pasará cuando al robot se le acabe la batería. Pues como con los coches a pilas, mientras hay quien no termina de espabilar.

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