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El personaje y la persona

05/11/2024
 Actualizado a 05/11/2024
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Tal es el realismo de todo y la irrealidad de eso mismo, que ya no somos capaces de distinguir lo que es real de lo que no lo es. Desde hace unos cuantos años aquel intérprete que actúa de algún villano, pone inmediatamente las orejas tiesas ante la reacción de las masas. Lo mismo puede ser mitificado e idolatrado, que odiado y acosado. Heath Ledger y su Joker, querido, citado y cuántos disfraces… todo ello después de ser triturado tras su elección. Jack Gleeson, Joffrey Baratheon en Juego de Tronos, tuvo que cerrarse todas las redes sociales cuando prestaba en HBO (luego se retiró). Lo mismo Josh McDermitt mientras interpretaba al mentecato de Eugene en The Walking Dead. La frontera se ha difuminado. Pero, ¿tan real que los merluzos se lo creen o tan merluzos a secas? 

Estalló Errejón, el errejonismo y todo lo que le rodea. La izquierda a la izquierda de la izquierda de al fondo a la izquierda está tiritando y cociéndose en la misma salsa de puñetazos que cocinaron para otros. Mientras, Sánchez está sentado en Moncloa cual señor Burns diciendo «excelente». Se los va a comer. Lo de Íñigo, se le escapó a algunas, era perfectamente sabido, sin embargo ahí lo mantuvieron. Hubo una denuncia en 2023 pero lo pusieron de portavoz. No cuenten cuentos. Esconder y no levantar polvareda; ese «yo no sabía nada» vale bien poco si a la mínima sospecha se pone una a silbar. Y ahora como con Ábalos: fue él no yo.

Escribió su carta una vez se conoció la primera denuncia a través de la sicaria de Iglesias. Nació, se desarrolló y desfalleció como un predicador insufrible. Resulta que Íñigo Errejón no existe, el niño bonito mediático de ese sector, era una simple creación para desarrollarse por los vericuetos políticos. Soltó que ya no podía más con la contradicción entre el personaje y la persona. «No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana». Pero todo ello y lo que está saliendo, no fue culpa suya, sino de un contexto neoliberal y patriarcal. Más pesado que un collar de melones. Uno no puede resistirse a hincar el diente a una tarta de la abuela si se la ponen delante, y tampoco a tocar, abusar y obligar a una mujer (presuntamente). Anda a la porra.

¡Viva la nueva política! Que se mató a sí misma por vivir peor que la vieja. Porque de esta última poco se espera, pero de la nueva lo mínimo era ejemplificarse como contraste con sus ideas peregrinas y embusteras. Hizo de su principal actividad la vociferación y la persecución sin fronteras de los rivales políticos. Finalmente se desnuda paulatinamente quedando visible la espeluznante farsa; como diría Mariano, aprovechateguis. Se mimetizaron en el personaje que tocaba políticamente y hay que reconocerlo, con una gran interpretación. Este que ahora es Íñigo erección, nos lo vendieron como la gran esperanza blanca de la izquierda a la izquierda de la izquierda de al fondo a la izquierda. Pero como él mismo reconoció, eso era simplemente una fachada, algo que venderle a sus masas, un personajucho con el que subirse a la ola de los indignados.

Puestos a creérnoslo todo, hagamos realidad Macondo, ahora que van a estrenar una serie de Cien Años de Soledad. Seguro que tras verla, los gandules que no lo han leído, se creen lo de que los hijos de dos familiares nacen con cola de cerdo. O que existe una enfermedad contagiosa llamada la peste del olvido. O que hay lugares donde llueve persistentemente durante cuatro años. La existencia de los Buendía, condenados a vivir eternamente en soledad, daría algo de magia a todo lo que nosotros estamos condenados a vivir (algunos gustosamente). Si nos creímos a Íñigo Errejón por qué no nos íbamos a dejar llevar por García Márquez. A mí me daría esperanza. 

 

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