11/03/2015
 Actualizado a 18/09/2019
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Como una plaga campan los políticos, ocupando todo el espacio y tiempo con su molesta presencia para lograr sus fines. La incertidumbre sobre la configuración de las instituciones con la entrada de Podemos, el auge de Ciudadanos y el más que posible descalabro del bipartidismo no les dejan dormir. Caso curioso el del candidato Silván, que como los cangrejos camina al revés pues lo normal es que un alcalde de León recale en la Junta y no caerse de la Junta para ser alcalde de una ciudad decadente. Posiblemente, alguien le quiere mal.

El caníbalismo, que creíamos erradicado, es entre la casta un comportamiento habitual y se practica sin decoro alguno entre compañeros de formación, de banco, de allegados y de los que llevan demasiado tiempo en el cargo y se preguntan ¿qué será de nosotros? En el Partido Socialista ya se comieron a Tomás Gómez y, a Susana Díaz, le gustaría merndarse a Pedro Sánchez. En el Partido Popular el hambre es mayor porque hay demasiados comensales y el banquete que se aproxima no va a pasar de un lunch si lo paga Bárcenas. En cuanto a Esperanza Aguirre ya está devornado el cadáver político de Gallardón mientras sus ojos golositos miran a la Cospedal.

Sin salirnos del tema, hablemos de plagas menos dañinas. El fuego silencioso que está acabando con todos los pinos de la provincia. Cualquiera que viva en un pueblo o salga por el campo se dará cuenta de que no hay un solo pino que no esté plagado por los nidos de orugas que devoran las espinas del árbol, causandole la muerte. Lo sabía Alejandro Casona 'Los árboles mueren de pie'. Y de abandono.

Pero no será en vano pues, tras la tragedia no serán necesarios los pirómanos de todos los veranos; volveremos a preparar fastuosas barbacoas sin peligro e invitar a los guardas; pero lo mejor, el ahorro presupuestario que supondría prescindir de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta, cuya cabeza es... ¡0h! Silván.
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