18/07/2024
 Actualizado a 18/07/2024
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Para evitar las críticas, en un terreno delicado como es regular el trabajo de los medios de comunicación, Pedro Sánchez se escudó constantemente en la normativa aprobada por la Unión Europea. Dijo el presidente, al explicar en el Congreso el novedoso plan vacío gestado durante su retiro, que Europa lo inspira aunque sea una norma de obligado cumplimiento. Ejercita Sánchez esa cuestionable virtud en la que se han especializado los políticos de retorcer lo que tocan. La normativa de la UE busca proteger la independencia de los periodistas pero el Gobierno lo presenta como una manera de defenderse de medios hostiles y salvaguardar el honor del presidente y su familia. El texto comunitario pretende distanciar a políticos y periodistas mientras que el ejecutivo amenaza con alejar a periodistas de periodistas construyendo una nueva trinchera con la que señalar (aun no sabemos con qué criterios) quienes son pseudomedios, quienes ‘fachosfera’ y quienes profesionales respetables. 

Acierta la UE en que el mejor aval para la libertad de prensa es aumentar la distancia entre políticos y periodistas. El compadreo entre ambos ha devastado la credibilidad de los medios. El activismo político es la enfermedad más grave de todas las que sufren las redacciones. Esa distancia saludable debería impedir que sea la política, juez y parte, quien regule la acción de los medios. Más aun sin contar con la representación profesional del periodismo. Los Colegios de Periodistas y las Asociaciones de la Prensa desarrollan desde hace años, con escaso apoyo, iniciativas para frenar la desinformación, mejorar la transparencia y reforzar la independencia. Ya definieron pseudomedios y pseudoperiodistas, denunciaron la mala praxis y aconsejaron repartir la publicidad institucional según la audiencia. Con criterios profesionales y no intereses políticos. La autorregulación responsable es la única garantía para un periodismo libre, plural e independiente. El resto es otro bulo.

 

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