Imagen Maximino Cañón (PNG)

Del plato a la taquilla

11/03/2025
 Actualizado a 11/03/2025
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Quien diga que aquí nunca hay nada, es que se debe referir a la falta de empresas o lugares donde la gente se pueda emplear para, de esta forma, asentar población y no como hasta la fecha que, cada vez que leo y escucho en los medios la paulatina pérdida de habitantes sin que se vislumbre remedio para evitarlo, se me abren las carnes. Ahora la afición por la cultura se alberga en lugares apropiados para disfrutar de la misma y, mayoritariamente, con precios asequibles, dentro de lo que por ello se entiende. Apelando a lo vivido, sin ánimo de menospreciar lo actual, me acuerdo de aquellos titiriteros, hoy desconocidos por la juventud actual, que eran como la enciclopedia que, en un solo libro, trataba casi todas las materias de una manera asequible para los estudiantes de aquellos tiempos en los que, los conocidos titiriteros, a pecho descubierto, en plena calle dominaban desde el difícil arte de hacer reír y hasta realizar acrobacias que también. En muchos casos, el espectáculo se enriquecía con la actuación de una cabra equilibrista o con la presencia de un oso atado a una cadena, cuando los animales no estaban protegidos como en la actualidad, la función finalizaba al pasar el platillo entre los asistentes que era de lo que aquellos titiriteros vivían. Como dirían ahora, eran años grises en los que cualquier función gratuita en las plazas al aire libre era bien vista aunque se tuviera que llevar la silla o el taburete de casa para mayor comodidad. Con el tiempo las instalaciones públicas mejoraron haciendo que la cultura se degustara de una manera más generalizada. Una cosa que me llama la atención es el poco valor que a la cultura se le da, y lo que cuesta, a veces, el tener que rascarse el bolsillo para a ver o escuchar alguna actuación cuando, sin embargo, no se mira tanto el precio de las entradas para ver algún evento deportivo o artista de moda. Lo mismo me pasa con la adquisición de las localidades, las cuales se tienen, la mayoría de las veces, por la llamada ‘venta online’ que a muchos de mi edad nos queda de largo porque a nosotros nos gusta mucho más el cara a cara o cuerpo a cuerpo con dinero en mano en taquilla. No es que se reniegue de las nuevas tecnologías, lo que pasa es que muchas veces no da tiempo de ponerse uno al día. Así se empezó con el cambio de la peseta al euro y no ha pasado nada, sobre todo para algunos. 

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