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Pobres, pero alegres, amables y humildes

04/02/2025
 Actualizado a 04/02/2025
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El pasado 28 de diciembre leí un mensaje en la ‘red del pajarito’, esa que aparece ahora con una cruz negra con aspiraciones a gamada, en la cuenta de la Benemérita. Anunciaba la creación de una nueva Unidad Felina Operativa, UFO, felinos cuidadosamente seleccionados y adiestrados en la nueva escuela felina de la Guardia Civil. Me pareció una estupenda idea, aunque yo siempre he pensado que mi gato está más próximo al otro lado de la ley. Sin duda serían unos excelentes audaces y discretos investigadores. Fue la única noticia que leí ‘el día de los inocentes’ que tuve claro que no era cierta. En nuestros días la actualidad supera a la ficción, de hecho parece que el panorama internacional se hubiera conjurado para comprobar quién la dice, y lo que es peor, la hace más gorda, mientras a una parte importante de la población le hace gracia o le resta importancia, porque…¿Qué va a cambiar?. Nunca creí que una pandemia mundial, que paralizó el mundo y nuestras formas de vida conocidas nos iba a hacer mejores, pero tampoco creí que lo olvidaríamos tan pronto sin aprender absolutamente nada. La historia nos enseña que todo puede cambiar de un momento a otro, que lo que creíamos inmutable puede desaparecer y que nuestros derechos, garantías de bienestar e incluso nuestras vidas son más vulnerables de lo que pensamos. Llegados a este punto, si mis incautos lectores no han adivinado de qué va esta columna de opinión, no se preocupen, yo tampoco lo sé. Podría escribir sobre tantas realidades que me dejan estupefacta que no sé cuál elegir. Mientras el nuevo presidente del gobierno de los EE UU, ese que han votado millones de estadounidenses, amenaza con boicotear países y envía al hombre más rico del mundo a forjar alianzas con la ultraderecha europea o propone como secretario de sanidad a un reconocido antivacunas, el debate patrio es si Melody es adecuada o no para representarnos en Eurovisión. El motivo no es que, aunque nos toque y mucho, EE UU nos quede lejos, sino que las barbaridades, que son cada vez mayores, han dejado de sorprendernos y captar nuestra atención. Tampoco nos hace pensar que el poder judicial en nuestro país, algunos de sus representantes, parece que quieran alterar la soberanía popular a golpe de mazo, tras aquel «el que pueda hacer que haga» dictado por el todopoderoso señor que está en los cielos, algo que pone en riesgo la separación de poderes, recuerda a épocas pretéritas que creíamos ya olvidadas y hace crecer en mi interior un profundo desasosiego de indefensión. Pero ya saben, esto no vende, es ‘alarmismo woke’. Estas progres tan cenizas como siempre, incompresible habiendo libertad que te permite tomarte unas cañas en la plaza mayor, a precio de champán francés, eso sí, no como elogió la presidenta de la comunidad de Madrid al referirse a la pobreza en la zona norte de Lima, Perú, que a pesar de estar «sumidos en la pobreza», los habitantes de la zona son «alegres, amables y humildes». Que el pueblo, lea, esté informado, piense y se exprese no interesa, pero esto no es nuevo, es de tiempos de María Castaña, «pan y circo» decían los romanos, lo que es nuevo son los sicarios anónimos y cobardes de las plataformas digitales que señalan, insultan y vejan a los que se atreven a decir lo que piensan, propiciando un oportuno «para que dices eso, no merece la pena», es mucho mejor agitar una bandera, la que sea, cuanto más grande mejor, que tape bien nuestras vergüenzas, no importa que cuando se caiga nos deje en pelota picada. Nuevo año, viejas costumbres y vieja, aunque no menos desgarradora, violencia contra las mujeres, otra mujer asesinada por su expareja en Langreo, Asturias. Este asesinato eleva a 1.294 el número total de víctimas mortales por violencia de género desde 2003, año en que comenzaron los registros oficiales. Durante el año anterior, en 2024, se contabilizaron 47 mujeres asesinadas por violencia machista en España. No contarlo, negar la causa, nos hace cómplices. 

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