El poder de un Bierzo abanderado

15/04/2025
 Actualizado a 15/04/2025
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Hay que dar por hecho, porque lo es de facto, lo que una bandera proporciona a un territorio. Es su carta de presentación, su orgullo de lugar y la poesía de su historia. Un relato sobre tela por la que dicen que se llega a matar en los campos de batalla. Es la que encabeza ideas, sentimientos y testimonia lo que hay por dentro. Y con todo eso, quiso El Bierzo coser la suya hace 25 años. El Consejo Comarcal es su hermano mayor. Cumple 34  y quiso vestirse con ese emblema de comarca que le diera identidad. Y es que el Consejo empezó desde la nada. Sin sede, con plenos volanderos que encontraban en cualquier esquina el lugar para hacerse.

Así fue peleando el ente por el hueco político que la naturaleza le daba. Y llegó la sede de alquiler, la ley, y otra ley, y el convenio marco y la cesión de servicios. La Junta se dio cuenta que tenerlo atado a su espalda era mejor que desbocado por los Aquilianos. Entonces hizo suyo el discurso de lo propio, enalteciendo la singularidad de una comarca que empieza por serlo y acaba por contener más figuras de calidad paridas de su suelo que las que suma cualquier esquina de Europa. Siempre hemos sido el rincón verdinegro de la comunidad. Una autenticidad que nos separa de León por idiosincrasia, que nos acerca más a Galicia, por cultura, pero que nos deja en ese término medio donde siempre están los verjeles, en el «ni pa ti ni pa mi» tolerante y en el saberse propio sin elevar el papo presuntuoso. No somos Palestina, como un mandatario dejó caer haciendo chascarrillo con la guerra, algo como llevar al chiste miles de muertes guiñando un ojo. La falta de estilo quedó retratada y también de intención. En la «broma» se escondía lo que Valladolid ve al ponerle voz a la coletilla de ese discurso de somos 9 provincias castellanoleonesas, una comunidad… y una comarca. Casi se dice a boca tapada el final, y cuando no es así es para acallar intenciones, que mejor tener de tu lado al peticionario que en tu contra, sobre todo cuando conoces sus armas. Las tenemos y son más que una bandera, aunque la que está de cumpleaños es ella y es la que sabemos besar para simbolizar el compromiso con la tierra. Aunque creo que todos tenemos que nacer en algún sitio, también sé que el vientre del que venimos no es el mismo. Y eso tal vez forje el carácter o la presunción de bondad.

No es la bandera, son las costuras y creo que hemos tenido modistas que han hilado fino para bordar lo que se queda, una comarca que quiere subir peldaños. Le cuesta porque hay quien empuja desde arriba, con la intención clara de ver caer la última pieza de esas fichas de dominó plantadas una tras otra con determinación pero vulnerables al viento. Si cae una caen todas, piensan. Y desde dentro de la bandera, el discurso es otro: si uno se mantiene en pie, el resto le da la mano. Eso es Bierzo, aunque a veces ni él mismo se lo crea.

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