16/11/2024
 Actualizado a 16/11/2024
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Caso digno de estudio lo que está ocurriendo con ‘X’, nombre con el que el amigo Elon Musk rebautizó a Twitter. Importantes medios de comunicación internacionales y patrios, como por ejemplo The Guardian o La Vanguardia, han anunciado que abandonan esta red social porque es tóxica y fomenta la desinformación. A esta decisión se están sumando algunos opinadores y periodistas, uniéndose a aquellos que se marcharon cuando se anunció que el multimillonario nacido en Sudáfrica y compadre del inigualable Donald Trump había decidido comprar esta empresa.

¿Es la decisión correcta que medios de comunicación y periodistas abandonen esta red social alegando toxicidad o apelando al comodín de la ultraderecha? Partiendo de que, evidentemente, es una decisión personal o empresarial que hay que respetar, haya o no detrás una estrategia que busca ciertos objetivos, a mí al menos me llama la atención.

He utilizado esta misma columna en muchas ocasiones para denunciar los efectos negativos de esta red social en nuestra profesión y cómo no pocos compañeros han dejado de ser periodistas por culpa del personaje que se han creado en esta plataforma, pisoteando la ética periodística con tal de ganar seguidores o recibir los elogios de sus fanáticos seguidores. También he alertado sobre la incompatibilidad entre el periodismo y ‘X’ en cuanto a los tiempos. Si algo necesitamos los periodistas es calma para contrastar las noticias con varias fuentes, algo que choca frontalmente con esta red social que exige inmediatez. En definitiva, que no soy un ‘hooligan’ defensor de ‘X’, ni tampoco la utilizo de manera compulsiva, lo que me permite hablar con cierta objetividad.

Me sorprende que ahora algunos se rasguen las vestiduras hablando de la toxicidad de ‘X’. No seré yo quien les lleve la contraria, pero estaríamos faltando a la verdad si no reconociéramos que el odio, la polarización y las campañas de aniquilación digital están presentes en esta red social desde hace muchos años. ¿Que se ha podido acrecentar en los últimos meses? Puede ser, pero si alguien quiere vender que Twitter era anteriormente un espacio de concordia me vais a permitir que esboce una irónica sonrisa.

¿Es la solución marcharse de un foro en el que campa a sus anchas el odio y la desinformación o es mejor quedarse para hacer contrapeso y aportar sosiego e información? ¿Por qué dan el portazo ahora y no lo hicieron antes? ¿Qué postura tendrían entonces que adoptar nuestros representantes públicos? ¿Es adecuado que sigan haciendo política a través de una red social tóxica?

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