31/08/2024
 Actualizado a 31/08/2024
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Quizá por sonar con insistencia en el vestuario de la Selección de fútbol de feliz recuerdo, ha irrumpido en alguna de nuestras siestas y cabalgado en muchas verbenas patronales y eventos, poniendo, sobre todo a los adolescentes, las crines al viento. Los pinchadiscos, perdóneseme el término obsoleto, la han hecho galopar por nuestros oídos hasta la saciedad.

Aunque da gusto verlos disfrutar, me van a permitir que me ponga ‘perera’ que como dijo el cura de mi pueblo el domingo en misa, es una característica muy de los de León, buscarle el ‘pero’ a las cosas. Pero qué pena da verles tan entregados al alcohol. ¿No es posible el disfrute sin esas ‘bolsonas’ atestadas de botella que portean con tanto mimo como celo?

Recuerdo una conversación con un agente de la brigada de menores Paidós de la policía local de León que confesaba sentirse un tanto consternado por lo que ya es un problema de salud pública. El último estudio publicado por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones refleja que en una encuesta sobre uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España, los estudiantes de entre 14 y 18 años, el 75 % reconoce haber consumido bebidas alcohólicas alguna vez en su vida. Respecto a los últimos 30 días, el 56,6 % reconoce haber bebido alcohol, observando que el 20,8 % ha experimentado alguna borrachera en este mismo periodo y el 28,2 % ha realizado ‘binge drinking’ (consumo de alcohol en atracón) , es decir, ha tomado cinco o más vasos de bebidas alcohólicas en un intervalo aproximado de dos horas. Estos números explican por qué tanta verbena y quedada fiestera acaba «a puñetazo limpio». El alcohol desinhibe a un precio muy alto empezando por la propia salud, y permitiendo, muchas veces, que sea el lado salvaje el que tome las riendas y nos desboque como a la Potra.

Y para ‘potra’ la nuestra, que nos toca retornar al dulce hogar placentero que nos acoge con los brazos abiertos. Y el retorno al ‘cole’, a reencontrarse con esos potrillos a los que se les acabó la libertad de campar salvajes por praderas de libertad sonora.

Como dice esta canción de Isabel Aaiún, la jinete y cetrera que ideó la melodía, que luego se ha hecho viral en redes sociales, «el que canta su vida llena. Ven y cantemos el tiempo que queda. Seamos libres como el principio de una canción».

Nos asomamos al principio de un curso que será de todo menos aburrido, un campo para trotar y hasta para galopar, necesariamente en manada.

Quizá sea bueno meterse en la piel de esa Potra Salvaje «que va de viaje a lo desconocido»…

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