28/09/2019
 Actualizado a 28/09/2019
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Aún recuerdo cuando cursando segundo de BUP, Elías de las Matas nos encargó leer un libro cualquiera, el que nos diese la gana, y hacer un trabajo sobre él.

Yo estaba convencido de que los libros que adornaban las estanterías de casa de mis padres eran unos tochos infumables. Así que, con la disculpa de aquel trabajo, me afané en convencerles de que soltaran propina para comprar un nuevo libro.

También recuerdo aquella librería que estaba en pleno barrio de San Claudio, cerca del paseo de Papalaguinda, y se llamaba Tauro. Allí me encontré a José Enrique Martínez, gran amigo de la familia, compañero de los billares y profesor de Literatura en la Universidad. El destino haría que años más tarde volviésemos a vivir otra experiencia, no ya como compañeros del billar a tres bandas, sino de la mano de la literatura universal y comparada.

Una vez dentro de la librería, me agarré a mi amigo para preguntarle qué libro me recomendaría para hacer un buen un trabajo. Cualquier cosa que me librara de la intensa recomendación de mi padre, quien insistía en que eligiera. Los Bravos de Jesús Fernández Santos, que está ambientada en nuestro pueblo, en la montaña.

José Enrique me recomendó San Manuel, Bueno mártir, de Miguel de Unamuno, a lo que añadió: «seguramente te cueste un poco, porque es un libro que se suele estudiar previo a selectividad». Algo que, efectivamente pude comprobar dos años más tarde.

El jueves en Salamanca tuve la suerte de acudir a la premier de la última película de Amenábar: ‘Mientras dure la guerra’. Una película llena de polémica y a la que la crítica ha sacudido duramente. Yo soy una persona de pocas emociones, y las pocas que me nacen suelo almacenarlas para soltarlas el viernes santo. Con algunas excepciones, como las copas de Europa del Real Madrid, y dos tardes de José Tomás a principios de siglo.

No voy a entrar en si la película se ciñe a la historia, si hay mucha ficción, o si la aparente neutralidad y el formalismo académico acaban por ser una provocación. No soy un crítico acreditado y entiendo que cada uno debe hacer su propia reflexión. Escuché varias entrevistas y leí mucha información antes de ver la película, lo que de alguna forma le quitó ilusión al momento. Pero la película me sorprendió, me enganchó y sobre todo me emocionó, y creo que no sólo a mi. Habrá polémica y opiniones de todo tipo, pero para mí, cumplió su objetivo: pasar un buen rato, entretenerme y, por supuesto, acercarme de nuevo a la vida de Unamuno, como ya hizo mi querido José Enrique.
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