Hace un nada de reloj que los titulares de prensa se aquejaban con dureza de los patatales que se formaban en las pistas de acceso a los pueblos después de llover o de los pozos negros que marcaban la línea roja del urbanismo tercermundista. Y no nos dimos cuenta de que llegaba el teléfono a nuestras almas, traspasando nuestras vidas, mientras peleábamos por un alcantarillado de ciudad o un camino de brea que superara el barro. Asentado en el bolsillo, al calor del deseo de un mensaje, no deja de ser una parte de nosotros, la que le hemos cedido, al tiempo que le vendimos parte de nosotros. Es la vida que nos toca, dicen, como si fuera imposible sacar la cabeza de la ola. Y la que forma hoy esa barrera que separa a los de primera y a los de segunda. Y no son divisiones futbolísticas que eso es otro cantar, que más que hablar de resultados lo hace de billete encima de billete. O tal vez si sean esas divisiones, porque el fútbol, sacado del juego, es metáfora vital de lo que sucede en otros campos. La cartera resuelve esa orfandad de línea que padecía La Somoza o Los Ancares, donde el ring ring se había vuelto silencio. Eliminado el cobre, se quedaban al albor de una conexión satelital sin garantías. Y lo que puede resultar tan apetecible como una escapada de uno mismo desenganchando el bien llamado «celular» en Hispanoamérica, si se convierte en hábito consumado y obligado, trastoca la rueda social en la que, seas de primera o de segunda, tienes que girar sí o sí. La fibra óptica viene a tejer el encaje de la equiparación de territorios. Un toque de tecnología y el acercamiento del rural se vuelve inmediato y digno. No es magia, es inversión en lo que existe y es posible y que aquí han vendido como un sueño durante meses. No les encajaban las piezas, como en sanidad siguen sin hacerlo para contar con médicos, pero es cuestión de comprar el pegamento adecuado, que existe y es posible. La pelea del rural se hace infinita para hacerse entender en su propio idioma y en su tiempo, que tal vez siga siendo el de la nada de reloj, pero el de mucho por hacer.
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De primera o de segunda
25/02/2025
Actualizado a
25/02/2025
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