¿Cómo se juzgaría a un Gobierno que tiene mucho interés en mandar, que sufre de síndrome de poder dejando de lado los grandes problemas de la nación para embarcarse en arreglar su propia supervivencia política y la de su partido?
Un país se apoya esencialmente en su sector primario sólido, ágil y moderno, su despensa, es decir, debe disponer de un sector agrícola, ganadero, pesquero y de una estructura viaria y de comunicaciones moderna y fuerte, bien organizada, para que la inversión y la industria se desarrolle. Diríamos que ésos son los cimientos para que se consolide un país como aspirante a liderar algo que suponga el bienestar de sus habitantes.
Pues es todo lo contrario. Un país integrante de una organización europea ha tomado el camino de exterminar el sector agrario y ganadero porque ciertos grupos ambientalistas, adornados del barniz ecologista, apoyados por el postureo de las organizaciones políticas de siempre, han considerado que deben ser más papistas que el papa y desean introducir estándares de recolección, envase, distribución y comercialización en tiempo récord, regulado radicalmente la contaminación, las aguas de riego, los pesticidas, los cultivos, demorando las compensaciones económicas que deberían llegar puntualmente a los endeudados agricultores y ganaderos, haciendo que la losa de las haciendas públicas con sus modernidades digitales, realicen la labor de enterradora de una actividad esencial para el público de a pie, y favoreciendo a mercados extranjeros sin controlar la regulación de esas entradas de alimentos por la puerta trasera de los países y condenado a la ruina a la mayoría de los trabajadores.
La política agraria europea es un dislate porque trata de disminuir la extensión de terreno dedicado al campo para que toda su actividad dependa de terceros países emergentes. La sensación es que la gente del campo estorba de alguna manera, o que hay un plan de «algún ente misterioso» que trata de colonizar Europa de forma original dejando inerme el patio trasero para que la población se confíe y quede aprisionada por la falta de materia prima alimenticia. Algo así como cuando las fortalezas amuralladas eran conquistadas por el hambre y las enfermedades. Podríamos señalar a la PAC como el ariete que revienta el campo porque prioriza la Naturaleza y su ‘aparente’ conservación a la explotación agrícola que ha hecho posible conseguir la variedad del alimento y disponer de él sin problemas. Se comienza criminalizando las carnes de vacuno y los gases de los animales para concluir con el uso del agua y otras lindezas sin que los Gobiernos tengan medidas adecuadas para implementar y conservar y además ser ‘cautos’ en la aplicación de unas medidas que suponen mucho desembolso de dinero tanto público como privado y… emplearlo en demagogias baratas.
Otra cuestión importante que debemos señalar es que una nación no puede prescindir de un bien estratégico para su subsistencia como es el campo y pasar a depender de terceras naciones que cuando les interesan regulan sus producciones.
La PAC (Política Agraria Común) es el engendro que se ha sacado la burocracia bruselense, que está terminando con lo mejor de Europa como es su agricultura ya que plantea con mano de hierro sus febriles y puritanos idearios ecológicos a los agricultores, es decir, les presenta a los granjeros, cultivadores, usuarios de aguas, etc. como enemigos de la sostenibilidad y aprovecha una desinformación y los trabajos raros de los ecologistas subvencionados para desarrollar una normativa que ahoga al campo español, que había alcanzado una cuota de calidad importante para entregar la llave del mercado, más evaluado, a países terceros, Turquía, Marruecos, China, Mercosur, etc. sin exigir los controles de calidad, con lo cual condena a la población dócil europea a que los alimentos vitales de consumo humano, han de pagarlos a precio de oro si están de acuerdo con los requisitos sanitarios exigidos para la salud.
Esto es lo que tiene que saber el consumidor y muchos de los agricultores que han despertado ahora del hechizo de la subvención masiva europea y de los propios gobiernos que asienten a todo en las reuniones cotidianas.
Porque, preguntamos ¿quién contamina más?... Las emisiones del ganado o las de los numerosos volcanes que lanzan sus gases a la atmósfera todos los años, o ¿quién molesta más?, las granjas o los numerosos viajes que realizan los petulantes líderes, cada uno con su avión, llenando el espacio aéreo de contaminación, o los múltiples misiles, bombas y productos que se echan a la atmósfera.