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El programa de fiestas

23/06/2024
 Actualizado a 23/06/2024
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Ahora que León vuelve a ‘arder’ en fiestas regresa una de las actividades favoritas para el tipo que les mira desde la foto de la derecha: el estudio y análisis pormenorizado de la programación de San Juan y San Pedro. Mucho antes de que se extendiese la expresión ‘FOMO’ (del inglés ‘fear of missing out’: miedo a perderse algo), algunos ya sufríamos ante el despliegue de actividades que se sucedían en las páginas grapadas de los folletos de festejos. Ya me dirán ustedes, qué dolor puede provocar en un infante sin interés por la equitación no acudir al concurso de hípica. O dejar pasar una actuación de La Braña cantando, una vez más, ‘A la luz del cigarro’.

Además, las más de las veces, la curiosidad saciada dejaba un regusto extraño. Una leve frustración después de tachar la X en la agenda y comprobar que más valía haberse quedado en casa en vez de confirmar que los concursos de pintura al aire libre no removían un átomo en la sensibilidad del pequeño fisgón. Más que participar en los rituales que se repiten cíclicamente al comienzo del verano, lo fundamental es saber todo lo que acontece. Así sigue ocurriendo cuando los dedos van pasando por corridas de toros, bailes regionales, mercadillos medievales, discomóviles y saraos que pretenden –infructuosamente, casi siempre– disuadir a los jóvenes para que no se entreguen al botellón. Al leer toda la panoplia de celebraciones con las que la concejalía de turno pretende amenizar las penas cotidianas de los ciudadanos uno se siente como si estuviera allí metido, participando de todas y cada una de ellas.

Lo mismo pasaba durante la patrona del pueblo y sucede todavía hoy en los macrofestivales de música: la angustia por estar mirando a otro lado cuando pasa una estrella fugaz. Pero nunca pasan. Y si lo hacen, la emoción dura un segundo y la atención se dispersa a otro lugar.

Está también la desazón que acarrea envejecer. Esa nostalgia que pringa los recuerdos y hace que aquellos 90 revivan entre vaharadas de optimismo bobalicón. Aquel Torreón Rock en el Arco de la Cárcel, con las Best-tías dándole al ‘I wanna be your dog’. O aquel concierto de Piratas en Papalaguinda. Imposible pensar hoy en recuperar esos espacios para todo lo que sea tratar de paliar la huida masiva de juventud que está dejando en las raspas la capital de nuestro reino. De ahí, tal vez, la obsesión por repasar, una vez más, todo lo que ofrece la ciudad en estos días, como una comprobación de que seguimos vivos, de que algo se mueve todavía, que afortunadamente siempre hay algo que se nos escapa y a lo que no llegaremos.

 

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