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El progreso retráctil del señor Mañueco

12/01/2025
 Actualizado a 12/01/2025
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Si echamos mano de la wikipedia, el charro Alfonso Fernández Mañueco –entre otros de sus muchos cargos ostentados actual presidente de la comunidad de Castilla y León–, siendo alcalde de Salamanca se negó en diversas ocasiones a cumplir la Ley 52/2007 de 26 de diciembre por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura franquista; y a retirar el medallón pétreo con la figura del dictador, su excelencia superlativa Francisco Franco Bahamonde, en la Plaza Mayor de Salamanca. Una resolución de la Comisión de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León ordenó en 2017 la retirada del medallón, en contra del criterio del señor Mañueco, resolución determinante según la cual el elemento no estaba cubierto por ningún tipo de excepción de la Ley de Memoria Histórica. 

Más tarde, siendo ya presidente de la comunidad de Castilla y León, el señor Mañueco se vino arriba cuando el Juzgado nº 2 de Salamanca resolvió eliminar las acusaciones abiertas contra él por considerar los jueces que estaban formuladas «de forma tergiversada y subjetivamente interesadas para darles una apariencia delictiva». El fallo fue acogido con efervescencia por el acusado a dos meses de elecciones municipales y autonómicas. Centrémonos ahora en lo más inmediato. En una entrevista que le hizo al señor Mañueco La Nueva Crónica el pasado día 5 del corriente mes de enero, a la pregunta: «¿Cómo contempla el despego que parece creciente en León hacia la comunidad y el apoyo que se expresa a la creación de una autonomía propia? ¿Podría abrirse la puerta para a algún movimiento sobre ello?», el señor Mañueco respondió que entiende y siente el sentimiento individual de estas personas; aunque afirmó defender con firmeza el marco normativo vigente del actual Estatuto de Autonomía. Y a la pregunta consecuente que, entre a otros muchos, también a uno se le ocurre decir ¿por qué?, el señor Mañueco contestó: «porque nos ha dado estabilidad y progreso».

En su plural acepción la palabra «progreso» viene a significar ir hacia arriba, avance, adelanto, desarrollo, crecimiento, ascenso. De ello hay que inferir obligatoriamente que, según el señor Mañueco, por los logros, metas y objetivos aquí alcanzados durante su ya dilatada y venturosa presidencia, los cazurros deberíamos estar agradecidos y en modo alguno ingratamente desavenidos por la actual coyuntura autonómica. Estando por ello obligados, más a sentirnos como peces en el agua que desafectos de la misma. Porque, si es verdad que muchos leoneses se han marchado de su tierra por motivos laborales, de otras partes muchos otros han venido por lo que sea. Lo comido por lo servido.

Sin embargo, la cruda realidad leonesa hace que tengamos que convertir el «progreso» en «retroceso». Siendo fieles a la precisión, los números cuentan en recesión muy preocupante para los leoneses, pues, insisto, son muchos más los que se han marchado y se marchan que los que han venido y vienen de cualquier parte, contraviniendo por ello el progresismo que nos otorga gentil, pero equivocadamente, el señor Mañueco. Las cifras no engañan. Y si así sucede, cualquier insinuación de progreso se viene abajo, porque la indiscutible contabilidad lo determina. La provincia de León contaba en 1960 con una población de 584.694 habitantes. En 2024 había disminuido a 447.802. Esto es, una pérdida migratoria de 136.792 almas, y no hay nada en el horizonte que nos permita mudar hacia un cambio optimista de entrada por salida. Si ello da pie a hablar de estabilidad y de progreso, que baje Dios y lo vea. 

 

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