La magia no deja de ser un engaño. Es el arte del engaño, de ante los videntes hacer unos trucos que parecen sobrenaturales dejando a todos asombrados. Los niños se quedan perplejos probablemente pensando que ese mago tiene un pacto con el diablo. Los adultos, más curtidos en vida, lo admiran pensativos e intentando desarrollar como ha sido el engaño. Y como para no quedarse aturdido, cuantas horas le habrá echado para lograr que eso le salga sin que nadie se percate de lo que en realidad pasa ante sus ojos. La magia parece fantástica, divina, celestial, pero no lo es, como todos y cada uno de los elementos a los que adjetivamos como mágicos. Tal vez me equivoque pero pillar todos los semáforos en rojo es una casualidad, hito al alcance de pocos, pero casualidad.
Permítanme que sea ególatra, al menos sólo esta vez. Éste que les escribe sí que ve que la magia, lo celestial, lo divino existe. Tiene que hacerlo, porque cada año, cuando el buen tiempo impacta, éste se presenta en un lugar degradado el resto del año. Vacío y ajeno a las masificaciones, pero que mes y pico se convierte en un mundo entero. Lo transformamos en nuestro paraíso, pero sin unicornios, ni ángeles, ni playas cristalinas. Es algo tan innovador y rompedor como hacer una vida alejada de todo lo demás. Ajena a nuestra realidad y problemas que nos ahogan en lo rutinario. Alejados y juntos, simplemente eso. Y si la magia existe, es por estos lares. Como si esta tierra tuviera vida, se va transformando y evolucionando año tras año. Es demasiado inexplicable ese sentimiento cuando nos vamos, «ninguno va a ser como este», que venga el siguiente y sea doblemente mejor. Año tras año parece que se morirá pero siempre aparece algo nuevo, personas desconocidas que se convierten en imprescindibles. Los grupos van creciendo sin importar edades o diferencias, lo importante es eso, juntos. El pueblo nos une, como si de un ente viviente se tratara, porque explicación distinta a lo mágico no le encuentro. Donde está el truco. ¿Escritos por García Márquez?
En este verano de pueblo volvimos a disfrutar, a sudar, al agua, al pádel, a hacer el loco e ir delante de locos, a bailar en harto de plazas y cuantas otras que llenarían todo el artículo. Han entrado nuevas personas que en unos días ya se les aprecia como si hace diez años les hubiera conocido. Y porqué no dejarse llevar, porque no hacer el tonto y tonterías, al fin y al cabo todo queda entre nosotros. Recordaremos cada instante el resto del año y lo echaremos de menos como si de una pérdida se tratara. Hasta todo aquello que en el instante veíamos como execrable, lo rememoraremos con nostalgia. Así nos ha convertido este paraíso.
Ahora dejaran de sonar Potras, Karol Gs, Si o Nos, Lupitas y Romeos. Las plazas se irán apagando poco a poco en este detestable septiembre. Las personas se irán yendo paulatinamente a sus sitios y los pueblos se vaciarán de nuevo. Los gatos recuperarán sus calles y el frio irá invadiendo el ambiente. Donde antes se abarrotaba de personas, música y planes de todo tipo, ahora dominará el silencio. Serán nuestros abuelos y algunos valientes los que de vez en cuando pasearán por esos asfaltos. El pueblo dormirá, pero lo hará como un volcán, uno que es anual y que erupciona provocado por las olas de calor y las personas. Nuestro paraíso veraniego deja de serlo, pero hasta que lo hagamos revivir.
En estos momentos sólo estamos tristes. Sólo podemos estarlo. «Aishhh ojalá regresar a esos primeros días. Ojalá esta vida lo fuera en bucle». Pero nuestra morriña, nuestros ojos caídos, nuestra pereza por volver, nuestras lagrimillas, lo es por algo enorme, inmenso para nuestro alma. Por aquello que esperamos durante diez meses. Algunos nos verán como caprichosos, otros como unos simples vagos que quieren unas vacaciones eternas. Pues váyase usted a la porra. No hay mejores amistades que las del pueblo, no hay mayor camaradería y fidelidad, mayor sentimiento. No hay lugar donde se vivan tantos momentos, situaciones inolvidables que estaremos rememorando el durante años. No hay lugar donde se viva tanto con tan poco. La España vacía es la una España única en verano.
La morriña, el dolor, los lloros, la tristeza no significa otra cosa que hemos disfrutado, que ha vuelto a repetirse esa regla inevitable del verano en el pueblo; que este ha sido mejor que el anterior. Siempre lo es, y siempre volvemos. Los primeros días nos serán oscuros pero la cuenta a atrás la empezaremos con brevedad. Vuelvan a sus estudios, trabajos o ciudades, pero no se preocupen, al otro lado volverá a estar este lugar. Esto se volverá a llenar y nuestro paraíso renacerá, la brevedad lo hace único y la espera, especial. Suframos para disfrutar después, lo mismo que hacemos con los días de lluvia y de sol. Empieza el proceso de nuevo, amigos, y el final volverá a ser el mismo. ¡Feliz 2025!
Dedicado a todas esas personas, mis amigos por encima de todas las cosas.