El pasado fin de semana, estuve en una de varias ferias del libro y este año, del circo, en Valencia de Don Juan. Estuve vendiendo y promocionando mi escritura como buena joven poetisa que mueve su voz por su tierra.
Lo que más llamó mi atención fue el prominente y gran castillo, que se puede visitar siempre que uno quiera en esta querida villa que es Valencia de Don Juan.
Durante la visita, el guía nos explicó a todos los visitantes, los orígenes de dicho castillo y el por qué de su actual existencia. Lo que más llamó mi curiosidad fue darme cuenta de que estaba pisando un suelo, unas piedras y una tierra, que habían sido hace años, el hogar de muchas personas en diferente época y tiempo.
Es curioso, cómo, estos lugares que traen a nuestro presente un poco de pasado, son la clave para comprender lo que llegaremos a ser en el futuro.
Poder vivir el ahora es una de las metas que pocos entienden, pues el presente será un futuro y consigo traerá pizcas de un suelo muerto que dará de comer a quienes vivían de sus frutos.
Todo esto, trae a mis pensamientos, la desmejora mundial respecto al mundo y a su gran naturaleza. Cuando pienso en el futuro, no quiero imaginarme un planeta lleno de edificios inertes, casi vacíos, porque la pobreza de la mayoría no se los pueda permitir. No quiero que el futuro sea un tumulto de gases y contaminación a punto de eclosionar hacia una destrucción.
Pues esta destrucción acabará con un posible futuro y un pasado que sucumbió. No quiero que se olviden los vestigios de historia por gente que no valora el proceso de vivir. Un proceso que lleva muchos años de evolución y de trabajo.
Me he dado cuenta, de que la belleza de aquellos castillos edificados con el sudor de una mano joven, se infravalora, cuando tan solo se resalta su importancia a través de una foto en redes sociales o qué se yo, en Twitter.
La mejor forma de creer en estos monumentos antiquísimos, es no contaminando su existir y trabajando para no perder esa belleza que los caracteriza.
En algunas ocasiones, olvidamos que lo que hacemos en el presente se refleja en el futuro y que las cosas se consumen con el paso de las horas, pero solo perduran las que cuidamos y por ende, respetamos su existencia.
No caigamos en la trampa del suponer y creamos que todo es lo que debe ser, sin dejar lugar al poder de nuestros actos, que condicionados por nuestras mentes son los responsables de lo que en esencia sucede a nivel mundial.
La historia forma parte de nosotros, y al igual que otros castillos y monumentos antiguos, son parte de quienes somos y de lo que hemos sido. Mostrándonos tanto la paz como la guerra que todos arrastramos por dentro.