Jorge Brugos

Puigdemont no es leonés

01/07/2024
 Actualizado a 01/07/2024
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Estoy escribiendo esta columna embotado como consecuencia de la gripe que también asola al sistema autonómico. Puedo escribir con males físicos pero no con heridas en el corazón, ese órgano que cada vez es menos humano, menos inteligente emocionalmente y más artificial. Deberían poner a trabajar un poco la empatía todos aquellos que no dejan de criticar los deseos soberanistas, un rosario de letanías caricaturescas ridiculizando el sentir general de la ciudadanía cazurra. Los que miran con sorna al país leonés (se empeñan en aplicar la literalidad asperger de percibir ese apelativo como propio de una nación) tienen la cabeza embotada, juzgan su percepción desde Madrid; hay habitantes regionalistas que pese a no vivir en la capital viven con una mentalidad madrileña. 

El movimiento emancipador leonesista no es un procés maragato, Carles Puigdemont no va a declarar la independencia en el Ayuntamiento de León; Si el secesionismo catalán no fue más que un capricho burgués, la autonomía leonesa es un anhelo de extraordinaria y urgente necesidad. Todos los que analizan con pudor centralista los movimientos cantonalistas ignoran que son fruto de una causa y de un efecto; de respirar el ambiente marginal que se irradia en nuestra provincia ya les digo que muchos empezarían con esos deseos de singularidad. Ese obcecamiento viene precedido de la divinización absolutista y sacra del régimen del 78 y del mapa autonómico mal coloreado; curiosamente los mismos que otorgan a la Constitución una entidad cuasi sagrada son los primeros que se indignan al hablar del concepto nacionalidades de su artículo 2, un precepto que abre la puerta a la autonomía leonesa al ser una nacionalidad histórica.   

De Madrid al cielo. Ojalá salieran más de su cúpula contaminada. 
 

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