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¿Qué hacemos con nuestros locales comerciales?

31/01/2025
 Actualizado a 31/01/2025
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31 01 2025 Guerra
31 01 2025 Guerra

Decir que los tiempos están cambiando, es una obviedad. Pero es verdad. Y, además, a gran velocidad.

Encima, con se dice el hablar popular, se ha juntado el hambre con las ganas de comer. La pandemia hizo que muchos comercios de calle (también empresas pequeñas) fueran cerrando. Añadamos que la venta ‘on-line’ y los nuevos planteamientos comerciales han llevado a que muchos pequeños negocios, esos que se llaman «de proximidad» vean su actividad muy comprometida.

Y así vemos que, un día sí y otro también, cierra una tienda, un servicio, un quiosco, un bar… un rosario de trapas bajadas y cristaleras tapadas, como si una infección de virus desconocido fuese avanzando por las calles.

Los españoles somos andarines y callejeros. Los americanos (del norte) se asombran de la cantidad de gente que hay en las calles, de que vivimos en ella. Es cierto que nuestro clima lo favorece, pero también lo hace ese hilo de contacto que son los comercios de todo tipo. Andar por ellas no es igual con tiendas que sin tiendas. Y es verdad, y ya cuando estudiábamos en la Escuela de Arquitectura, nos decían los profesores de urbanismo, que una calle sin continuidad comercial era una calle que nunca tendría una «vida» igual a la que una tienda sigue a otra.

Siempre he oído decir que las ciudades mejor para vivir son las que, como Barcelona (urbanísticamente hablando), el bajar a la calle es entrar en contacto con miles de personas… y miles de tiendas de todo tipo. 

Así que ahora tenemos una buena cantidad de plantas bajas con carteles de se vende se alquila o, simplemente se abandonan. Y ya son muchos y sin trazas de que la tendencia remita

No es entonces de extrañar que la corporación municipal, con buen criterio, se ha planteado: ¿qué hacemos con todos esos locales comerciales?

Y no es una cuestión sencilla, pues si bien, en principio, puede decirse que un local es un local, su propia situación en el casco urbano, la ordenanza que le afecta, los usos propios y de colindantes o la forma del local complica la solución.

Esta ciudad ha crecido a partir del casco histórico, que tiene unas circunstancias y ordenanzas específicas, rodeado del llamado «ensanche», con edificios construidos con ordenanzas diferentes en el tiempo, con desarrollos posteriores reglados por el Plan General del 62, luego modificado por el PGOU del 82 que asignaba usos y capacidades específicas, después ampliado en la reforma del 2004, que, a su vez, ha tenido modificaciones y reformas puntuales.

Todo eso da un variopinto mapa de circunstancias que no hacen la operación sencilla. Porque, para empezar, no se trata, contrariamente a lo que en estos días se ha comentado, el objetivo principal es posibilitar la construcción de viviendas en los bajos, la realidad es bastante más amplia y compleja, pues no solamente se trata de viviendas (posiblemente el uso más deseado pero a su vez el más complicado), sino, además, plazas de aparcamiento, instalaciones sanitarias, hoteleras y de cualquier tipo que puedan darse en función las condiciones ordenamiento de la zona en que se encuentre el local, pues, como ya se comentó anteriormente, hoy por hoy, una planta baja en el casco antiguo tiene unas condiciones completamente diferentes a las de suelo urbano consolidado (básicamente todo el centro que linda con aquél), o que la situada en un sector desarrollado con ordenanza específica en el que, generalmente, ya se ha agotado la capacidad asignada de viviendas y no es posible su ampliación.

Hay demasiadas variables, por lo que, una vez tomada conciencia de la situación, lo que se ha puesto en marcha no es la inmediata redacción de una ordenanza para «viviendas en los bajos», sino la redacción del estudio e informe de la situación y circunstancias de los bajos comerciales de la ciudad, para luego decidir qué y cómo se posibilita el uso de bajos comerciales. Se ha dado un plazo indefinido para ese estudio sobre las circunstancias específicas, las necesidades de las zonas y las posibilidades de aplicación. En definitiva, un documento bastante complejo de las plantas bajas de la ciudad que sirva para, como paso siguiente, regular sus usos y facilitar su reapertura. El cómo y el qué, vendrá después.

Y no va a ser fácil. Por ejemplo, ese uso deseado de vivienda lo será no en todas las calles y, además, se compatibilizará con otros (algunos ya mencionados anteriormente).

Pero bueno es que se abra la puerta, hasta hoy prácticamente cerrada, de diversificar los usos de los bajos comerciales y adecuarlos a la realidad/necesidad actual.

Y lo que sí sería deseable es que el proceso sea rápido, tanto en el informe previo ahora puesto en marcha, como en la redacción de la ordenanza regulatoria que muy probablemente va a terminar en modificaciones de planeamiento, porque el tiempo corre que se las pela y la plaga de locales vacíos aumenta de día en día.

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