A unas semanas de los comicios, es tal el grado de crispación que ni siquiera el presidente puede estar tranquilo. No sólo por los insultantes abucheos con que es recibido por donde quiera que pase, sino por la incertidumbre de los resultados. Únicamente se siente seguro en sus viajes y los países que visita porque el protocolo lo protege de agresiones y agravios. Aunque no siempre, porque su escasa credibilidad es notoria y también le pasa factura a su prestigio.
Entre los malos ratos que nos hizo pasar, es proverbial la afrenta de Biden haciendo oídos sordos durante el paseíllo por la Casa Blanca, que duró apenas un minuto. A la vuelta, Sánchez nos quiso hacer creer que habían hablado de lo divino y lo humano. Pero ¿cómo iban a hablar si el de Estados Unidos ni abrió la boca, ni le dirigió una mirada? Lo que Sánchez hizo se llama ‘dar la chapa’. ¿De dónde ha salido Antonio?
Tampoco se fían en Europa, por eso le han inspeccionado sobre el destino que su gobierno da al dinero que España recibe de la UE. Paralelamente, cuando se celebró la cumbre sobre la falta de democracia en el Reino de Marruecos, el escaso prestigio que le quedaba a Sánchez lo perdió al volver la espalda a la postura oficial de la Unión. Y se quedó solo, obviando temas como la responsabilidad sobre el Sáhara Occidental, encomendada a España por la ONU hasta la celebración del referéndum; la cooperación antiterrorista contra el yihadismo en el Sahel; el control del fenómeno migratorio desde África hacia Europa. Todo ello a pesar de ser los más afectados y, para más inri, reclaman Ceuta y Melilla.
Si lo de la Casa Blanca fue humillante, más lo fue el trato del Rey Mohamed, cuando puso la bandera de España boca abajo. No puede decirse que fuera un descuido, porque en ese reino no se mueve la hoja de un árbol sin que el monarca lo ordene.
Pero si algo puede empeorar el peor daño, por las consecuencias funestas, fue enviar a su Begoña como directora del África Center, que tuvo que ver con lo del Sahara y la consiguiente ruptura de las buenas relaciones con Argelia (nuestro mejor proveedor de energía).
En cuanto a la confianza de sus propios socios en el gobierno, el distanciamiento es total. Varias veces le han desautorizado en asuntos importantes, como la guerra de Rusia, la ley de Montero, la política de vivienda o el régimen castrista. Yolanda Díaz ya no se fía de su jefe y va por libre, recogiendo sus despojos. La pobritiña siente gran preocupación porque, si la cosa sale mal, corre el riesgo de verse en la calle. Para engatusarnos, el todavía presidente ofrece decenas de miles de viviendas que no tiene. Y Yolanda responde con unos donativos de veinte mil euros a todo lo que se menea, que tampoco tiene. ¿Qué prefieres?
Pues en ambos casos, la fórmula es la misma. Primero nos quitan el dinero y luego (salvo comisión) nos lo devuelven lavado, por un puñado de votos.
La cuestión es que prometer es gratis. Otra cosa es cumplir. Por poner un caso, me pregunto si alguna de las cincuenta mil viviendas prometidas por el presidente, corresponderán a los palmeros que, después de casi dos años, viven en contenedores de acero. A estas fantasías los franceses lo llaman «hacer castillos en España», pero leoneses, que somos algo brutos, decimos «de ilusiones vive el tonto de… La rima la pone usted».
Quién da más
03/05/2023
Actualizado a
03/05/2023
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